“¿Cómo voy a escribir para lectores sofisticados?, si mi primer poema lo escribí para ganarme un concurso radial, o sea lo escribí por hambre”, comenzó diciendo Hernán Rivera Letelier al recibir el galardón del Premio Nacional de Literatura, en la ceremonia realizada este miércoles en La Moneda, la cual contó con la participación del coro del Liceo Experimental Artístico de Antofagasta. 

“¿Cómo voy a escribir en modo sofisticado? si en mi trabajo en las calicheras de pronto me invadía el temblor de unos versos endecasílabo y sentado en una piedra, escondido del capataz, los escribía en el papel en que llevaba envuelto el pan con mortadela. Y cuando no había papel, porque no había pan que envolver, los escribía en la arena, marcaba el lugar con un mono de piedra y a la hora de colación iba con papel y lápiz a copiarlo”, indicó.

Y continuó: “Para mi desconsuelo a menudo ocurría que habían sido borrados por un remolino de arena, de esos que aparecen de pronto barriendo la inmensidad de la pampa. Yo digo que los remolinos fueron mis primeros críticos literarios, sinceros y francos; o borraban mis versos de una plumada o lo dejaban incólume, pero nunca me arrojaron tierra en los ojos”.

Rivera Letelier habló nuevamente de las razones por las que no escribe para lectores sofisticados, indicando que “mis lectores creen en los duendes, mis lectores saben el abc de las estrellas, mis lectores lloran y ríen mientras me leen, mis lectores piden mis libros en la biblioteca, mis lectores prestan sus libros y no se los devuelven, mis lectores compran los libros en la cuneta y traen sus libros para que se los firme; y yo se los firmo”.

“Con cariño para José se lo firmo, con un abrazo para María se lo firmo, y se lo firmo porque sé que a José y a María apenas les alcanza para comprar ropa y comer, y es en nombre de esos lectores, mis lectores, personas de corazón transparente, que agradezco al Ministerio de las Culturas por honrarme con este importante premio que viene a coronar los 54 años que llevamos escribiendo, corrigiendo y volviendo a escribir, sin descanso”, añadió. 

“Y digo llevamos, porque no escribo solo, porque los mejores párrafos de mis libros, las páginas sobresalientes y los capítulos mejor acabado las escribe mi duende, ese duende que hoy se negó a acompañarme a esta ceremonia porque dice que en sus varios siglos de vida, protocolos y solemnidades le han dado siempre en la perija, así de irreverente y desahogado es mi duende, tanto que al despedirse se me acercó al oído para decirme atrevidamente que no fuera ‘apremioso’, que no fuera ‘encogido’, anacronismo que usa él y que luego los críticos me lo achacan a mí. Lo que quiso decirme el hombrecito es que no fuera torpe, que no fuera corto de ánimo, que usara esta tribuna para reivindicar a los poetas y narradores que se han ido de este mundo sin el premio nacional, para convencer a las autoridades que este premio se debiera entregar año a año, como se hacía antes de la dictadura y como se hace en todos los países que cuidan y respetan a sus escritores (…) La moción que presenta mi duende, es que este gobierno, votado en patota por los artistas del país, es el más indicado para enmendar esta injusticia, moción a la que ahora suscribo y me adhiero, lleno de fé, lleno de alegría y llenó de esperanza”, cerró Hernán Rivera Letelier. 

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