¿A cuánto estamos de una alternativa financiera global al dólar?

Por Ernesto Cazal

Los venezolanos nos preguntamos cómo podemos desafiar el poder financiero de Estados Unidos, cuya moneda, el dólar, se mantiene a flote porque tiene como respaldo la transacción de petróleo y otros commodities, además del manido argumento de que genera “confianza” en inversionistas y cuenta con un ejército de respaldo desplegado mundialmente.

No es tarea fácil para un país periférico-petrolero como Venezuela sortear los entresijos del sistema financiero dominado por EEUU, sustentado por el eurodólar. Cuando el presidente Hugo Chávez propuso una moneda alternativa de intercambio regional (el SUCRE), advirtió, entre otras cosas, que un escenario de asfixia a las transacciones comerciales y la moneda local era un ejemplo de cómo se puede extorsionar o destruir a un país y su población.

El interés del estado venezolano, liderado por Nicolás Maduro, por comerciar libremente ha llevado también a experimentar mecanismos financieros (Petro) y a reforzar sus alianzas estratégicas con poderes nacionales que están en ascenso en la pugna multipolar. China destaca por su holgada economía fabril y su proyecto global, la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (ICR), que obviamente tiene un importante interés económico para el país asiático y ramificaciones geopolíticas y geoeconómicas.

La República Popular, en su asunción como el principal poder económico mundial, incluye una alternativa financiera a su proyecto, lo cual atrae a Venezuela y a otros muchos países de las Américas, África y Asia ya que evita el uso del dólar como moneda en curso, siempre instrumentada por Estados Unidos a su conveniencia.

El lanzamiento de una moneda digital china soberana, anunciado hace unas semanas para el año 2022, tiene la intención de sustituir el papel, cuestión que podría cambiar la balanza económica global definitivamente hacia el lado asiático.


En estos momentos el Banco Popular de China está ensayando el yuan digital en cuatro ciudades del país: Shenzhen, Suzhou, Chengdu y Xiong’an. Es por ello que Beijing se ha mostrado reacio a la circulación de otras monedas como el Bitcoin, un competidor directo del proyecto financiero chino.

El renminbi digital estará directamente conectado al número telefónico del dueño de un smartphone, mientras las transacciones se dan lugar mediante una aplicación. Los usuarios podrán transferir dinero de cuenta a cuenta chocando sus teléfonos. No necesita de bancos como intermediarios.

Esta iniciativa brindaría la oportunidad de convocar a muchos países hacia el marco tecnológico y monetario que China pretende como potencia económica, a través de una red de cadenas de bloque a disposición. No en balde Irán acaba de estrechar sus relaciones con el gobierno de Xi Jinping, así como lo han hecho otros estados de África y Asia. Venezuela, muy seguramente, entrará en esa órbita como mecanismo contra el bloqueo financiero.

A primera vista, parece la moneda ideal para que Venezuela, Irán, Corea del Norte y otros estados, cercados financieramente vía medidas coercitivas unilaterales emitidas desde Washington, puedan comerciar sin problemas con otros países. ¿Qué significa esto, en términos cuantitativos?

Los 10 países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, sus siglas en inglés) representan el 15.1% del comercio chino; por otro lado, el intercambio con Corea del Sur y Japón es el 13.7%; y la relación comercial con Rusia significa otro 15%: casi un 50% de las naciones más cercanas a China estarían dispuestas a abandonar las transacciones comerciales en dólares estadounidenses y eurodólares y usar el yuan digital.

A esto hay que agregar que la ICR abraza a unos 160 socios a escala global (entre países y organizaciones multinacionales).

Asimismo, los commodities hoy dolarizados serán ofertados en renminbi e intercambiados por cripto-yuanes. De hecho, los precios del oro, el petróleo y el hierro en la moneda china ya son un hecho. La pandemia actual ha acelerado ese proceso con diferentes sectores de materias primas.

Tan importante como lo anterior, y en la medida en que el yuan digital tome fuerza en el comercio internacional, es que China lo consolide como una moneda de reserva. Esto provocaría un sismo en la arquitectura financiera del dólar, sobre todo si la República Popular decide deshacerse de las grandes reservas en bonos del Tesoro estadounidense (unos 1.2 billones de dólares) que aún posee.

Lo cierto es que el yuan digital, soportado por los bienes y servicios de la mega fábrica ‘Made in China’, también podría incorporar al oro como apoyo financiero, aunque esto no ha sido confirmado. Sin embargo, su valor correspondería con lo que dicte el mercado monetario global, como el Bitcoin.

Si bien existe cierto entusiasmo por un escenario en el que China tome la batuta económica y financiera del mundo, ¿es realmente tan sencillo como se escribe y lee?
Un escenario en movimiento

El camino de esta moneda digital hacia su internacionalización no será de rosas. De hecho, ya viene siendo torpedeada por la administración de Donald Trump desde que inaugurara la denominada guerra comercial contra Beijing.

De manera simultánea, Estados Unidos ha venido remontando una ofensiva multifactorial, con énfasis en lo económico-financiero-comercial, sobre los diferentes países que significan un interés estratégico para el gigante asiático y que representan potencialmente una ventaja geopolítica y geoeconómica, como Venezuela e Irán, al bloque que encara la hegemonía angloimperial.

Las amenazas por solo coquetear con una nueva arquitectura financiera seguramente van a llegar a momentos críticos, pero existen problemas sistémicos en la balanza económica mundial que podrían retrasar e incluso impedir una normal estabilización del yuan digital a escala internacional.

El economista ruso Mikhail Khazin explica que el modelo de Bretton Woods incluye
“un sistema para equilibrar todos los flujos productivos y financieros. Es decir, hace que incluso si los flujos de productos no están equilibrados (bueno, por ejemplo, Estados Unidos consume significativamente más bienes de los que producen), entonces el equilibrio se realiza mediante flujos financieros. Incluidos los creados por emisión”.

Aduce que el mecanismo de equilibrio de ese modelo “se ha roto”, y aporta unos datos de interés:
“Por ejemplo, solo hay dos cifras: la participación del sector financiero en la redistribución de utilidades de hoy es de alrededor del 50%, y para su funcionamiento normal hoy es necesario que ya sea inferior al 100%. Y la participación de EEUU en el PIB mundial ya es inferior al 20% (es decir, inferior a la que tenía la URSS en los años 80 del siglo pasado), y al comienzo del proyecto, en 1944, más del 50%”.

Khazin pone el acento en el hecho de que la economía global basada en los acuerdos de Bretton Woods ya no es efectivo, puesto que el equilibrio que prometía entre la producción de bienes y servicios ha sido avasallado por el capital financiero occidental, que distorsionó a través de la emisión de dólares (o eurodólares) “significativamente los flujos de mercancías”.

Es por ello que la estabilización de un nuevo mecanismo financiero, que sustituya al anterior, puede durar décadas, cuando “entonces automáticamente el sistema económico comenzará a volver a un estado equilibrado. En particular, los gastos e ingresos de los hogares en todo el mundo se volverán consistentes, los desequilibrios estructurales, en muchos sentidos, se nivelarán naturalmente”.
De ahí que “la solución racional es que el sistema de equilibrio global (que no se puede restaurar) necesita ser reemplazado por varios sistemas regionales”. En ese sentido, y como hemos venido exponiendo, China “está creando la herramienta adecuada”, en opinión de Khazin y otros analistas económicos y geopolíticos.

La construcción de un sistema alternativo requiere de tiempo. Venezuela y otros países que están buscando escapar de las redes del dólar no pueden esperar por la consolidación del renminbi digital. Más bien deben acelerar los mecanismos regionales que conecten conjuntamente con la iniciativa china. Las herramientas están a disposición; lo que hace falta, explícitamente en Venezuela, es un proyecto económico que las impulse.


Fuente: https://medium.com/@misionverdad2012/a-cu%C3%A1nto-estamos-de-una-alternativa-financiera-global-al-d%C3%B3lar-e4a0264b92a9
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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