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'Nunca fuimos héroes': novela sobre ETA, estilo Le Carré

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Fernando Benzo recupera su experiencia en la lucha antiterrorista para construir una novela de infilrados en la que los retratos humanos pesan tanto como la trama de policías y etarras

Fernando Benzo, autor de 'Nunca fuimos héroes'.
Fernando Benzo, autor de 'Nunca fuimos héroes'. ÁNGEL NAVARRETE

Hay momentos de Nunca fuimos héroes, de Fernando Benzo (Planeta), en los que el lector piensa que está ante una novela de John le Carré sobre ETA. Ocurre, sobre todo, cuando Gabo y Harri, el héroe y el villano de la novela, se merodean mutuamente, charlan de naderías y así tratan de descubrir la grieta que les permita decantar un duelo que dura 40 años. Parecen Smiley y Karla.

Sorpresa: Benzo no tiene un apego especial por Le Carré. «Mi padre lo ha leído más». Bueno: si se anima, el autor reconocerá en el novelista inglés estrategias narrativas semejantes. Nunca fuimos héroes está construido sobre un conocimiento abrumador de la infiltración policial. En su trama no hay giros extravagantes ni escenas sacadas de viejas películas, quizá porque Benzo trabajó en la Secretaría de Estado de Seguridad entre 1996 y 2001 y accedió a mucha información que aquí se vuelve novela.

Un ejemplo: «En el libro, los policías se refieren a los terroristas como 'los malos' porque ésas eran las palabras que empleaban los policías.Nunca decían los terroristas. Era una forma de tomar distancia, de negarles una dignidad.Sin embargo, muchos esfuerzos de los policías consisten en entender el lado humano de los malos para encontrar sus debilidades».

Muy en resumen: Harri, es un antiguo líder de ETA que salió impune de la caída de la banda.Se refugió en América y desapareció del rádar hasta que la Policía descubre que ha vuelto a España con todas sus causas prescritas. El Estado quiere saber por qué ha regresado pero no está justificado para investigarlo, así que subcontrata a Gabo, un comisario retirado que fue la eterna némesis de Harri. Nuestro Smiley.

«Cuando empecé este libro no pensaba escribir una novela policiaca», explica Benzo.«Lo que quería era escribir el viaje íntimo de un comisario de policía retirado que ha trabajado en la lucha antiterrorista. Su viaje y el de la gente que lo rodea. Qué heridas tienen, qué frustraciones, qué sentían en ese momento... Lo demás ya está en cualquier reportaje periodístico».

Como en las novelas de Le Carré, el conocimiento desde dentro sirve, sobre todo, para crear personajes inolvidables: el agente idealista e impulsivo que toma mal sus decisiones y acaba en la guerra sucia; el crupier de Biarritz que fue novio de un terrorista y terminó de confidente; la policía aficionada a Springsteen que se infiltró en el Comando Donosti y escapó 40 segundos antes de ser descubierta... Y el propio Gabo, del que aprendemos que se hizo policía por lealtad y, a la vez, por desafío.Su padre había sido un mal poli, una bestia parda de la dictadura. Gabo siguió sus pasos para emularle pero también para ser mejor que él.

¿Y de Harri, qué aprendemos? Benzo inventa un villano cerebral y metódico que sólo se conmueve con los cuentos rurales, un poco ingenuos, que retratan un País Vasco de duendes y magos. Puede que sea su debilidad.

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