El madridismo debería arropar a Keylor Navas

El jugueteo con Keylor ha sido tremendo y el que sabe de fútbol no puede entender el por qué. Éste es un juego de equipo, donde al final vence el club mismo. El goleador falla bajo el arco, pero luego aparece en la foto del éxito. Al portero le ametrallan a una velocidad y distancia de terror, en algún momento se verá mal, pero luego emerge y rescata todo.

Y Keylor viene siendo el único meta en el mundo que tiene que ser el Dios del arco. Dos Champions, encamina la tercera consecutiva, y no paran de acribillarle los que no les hace gracia el costarricense. En Múnich recibió un gol tras una genialidad de Kimmich a lo Ronaldinho, de aquellas donde observaba un blanco distinto al ejecutado. Y nadie recuerda que el alemán llegó solo tras un error grueso desde arriba. Claro, es muy fácil estar bajo el larguero y frenar todo, más si al frente están los cracks del Bayern, Juve, PSG, Tottenham o Dortmund.

Keylor contribuyó a la remontada en el Allianz que da medio pie a la final de Kiev, desde pases largos con asistencias a gol, a dos tapadas memorables a Ribèry, o intimidar al killer de Lewandowski, que nunca falla. Sí, también estaba fresco aquel tanto de la Juve en el Bernabéu, pero es de memoria corta cuando desquició a Higuaín a bocajarro. Aquel pudo ser un dardo fulminante para el Madrid, y tampoco era un decoro de igual magnitud, un 2-2 o 3-2 en Alemania.

Lo bueno para el tico es que ocupa la portería de un Madrid que siempre va a por todo. Keylor no se cae ni cuando lo torturan, pero el madridismo debería arropar a su arquero. Ya sólo faltan dos partidos para disfrutar de la 13ª. Y serían tres con Keylor, ese guardián de perfil bajo que nunca se arruga.