Por qué dejé de ser fanboy de Google

Ahora que tengo vuestra atención gracias a este título tan maravilloso, es momento de hacer uno de esos artículos personales que a algunos lectores les gusta leer y a otros no. Si sois asiduos a visitar Andro4all, sabréis que utilizo para mi día a día dispositivos Apple tal y como lo expliqué en este artículo que tan buena recepción tuvo --gracias de verdad, me esperaba mucho más hate-- tanto para mis momentos de ocio como para trabajar. Lo reconozco, Apple cuenta con un ecosistema que satisface prácticamente todas mis necesidades, por lo que de momento no tengo intención de cambiar.

Pero lo cierto es que no siempre fue así. Mi primer acercamiento real con los smartphones fue gracias a Google y su sistema operativo Android. Enseguida me enamoré (y todavía me sigue enamorando) del pequeño robot verde aunque por encima de todo, me gustaba todo lo que hacía Google. Sus smartphones, sus tablets, sus chromebooks, sus gadgets... tras probar otras marcas me di cuenta de que realmente a mi lo que gustaba era todo lo que Google había creado a su alrededor. Sin embargo ningún rey gobierna para siempre.

Las razones por las que dejé de utilizar exclusivamente productos de Google

Nos movemos por el periodo comprendido entre los años 2013-2017. Fiel defensor de Google y de todos sus productos y servicios, que las capas de personalización eran un horror y que solo valía la pena Android Stock, que Chrome OS me había hecho olvidar a Windows y que no había vida más allá de las aplicaciones y servicios de la gran G.

Fue una época fabulosa y en mi poder pasaron grandes dispositivos como un Nexus 5, un Nexus 5X, una tablet Nexus 7 o un Chromebook. En síntesis, mi primer Nexus 5 (fabuloso terminal, nefasta cámara y batería) tuvo que abandonar los terrenos de juego cuando había que cargarlo dos o tres veces al día. La Nexus 7 murió en cuanto Google empezó a actualizarla. Un desastre detrás de otro que la convirtió en un producto inservible y que jamás volvió a ser aquella tablet veloz que nos maravilló. El Nexus 5X murió al año de uso, aquel famoso problema del bootloop infinito que no tenía solución (podéis ver el vídeo en vertical que grabé unas líneas más abajo) y en cuanto al Chromebook...

Google cree que los Chromebooks no tienen cabida en los mercados más allá de Estados Unidos y Reino Unido. Mi modelo en particular, un Acer C720, se decidió que no fuera compatible con las apps de la Play Store, lo que le hubiera dado muchos más años de vida. A mayor abundamiento, si uno pretende adquirir uno de estos dispositivos a día de hoy en España lo tiene complicado. Primero porque en la tienda de Google ya no se venden y segundo porque encontrar un modelo con teclado adaptado al español es prácticamente imposible a día de hoy.

Es decir, tres fueron las causas que realmente me hicieron perder la fe en el hardware de Google:

• Abandonar la gama media de teléfonos Android (hasta la llegada del pixel 3a)
• Bajarse del barco del mercado de tablets
• Pensar que los ordenadores con ChromeOS solo sirven para el ámbito educativo

Tres pecados capitales que me hicieron no volver a comprar productos de Google y eso que algunos dispositivos como el mencionado Pixel 3a me parece de lo mejor del año pasado. Es evidente que Google gana mucho más dinero con el software, las aplicaciones (que uso a diario en mi iPhone) y la publicidad que con el hardware, pero la imagen que deja la compañía de Mountain View es la de: compra nuestros fantásticos productos aunque no sabemos cuando los dejaremos de lado.

Hace apenas dos meses, se lanzó al mercado la última gran apuesta de Google, Stadia. Una plataforma de videojuegos que con sus luces y sombras pretende revolucionar el mercado y que aunque es complicado que lo consiga, puede convertirse en una gran alternativa a las grandes compañías tradicionales. Esperemos que Stadia dure muchos años o se confirmará lo que muchos intuimos, que Google ha dado la batalla del hardware por perdida.

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