El aragonés Carlos Gutiérrez, uno de los referentes mundiales en el campo de la comunicación política, asegura que "cuando hablamos de redes sociales, hablamos de solo una cosa: ego", y que éstas no son más que "la gestión de la vanidad", siempre en búsqueda de más "likes" o más "retuits".

Estos son algunos de los puntos principales de la conferencia "Mr. Robot. Inteligencia política digital", que ha dado Gutiérrez con motivo del XIII Encuentro de la Psicología en Aragón, que celebra hoy el Colegio Profesional de Psicología de Aragón (Coppa).

Carlos Gutiérrez es fundador de la consultora "Le Black Room" y ha trabajado en campañas políticas en Honduras, México, así como para líderes como Barack Obama, Mariano Rajoy o los dos últimos papas, Benedicto XVI y Francisco.

Destaca la tendencia al "contenido efímero", en relación con el consumo de los usuarios, que se plasma en las "stories" que ahora predominan en algunas redes sociales como Instagram o Facebook.

Esta nueva forma de crear contenido, que desaparece a las 24 horas, crea una especie de "ansiedad" porque si llegas tarde a la visualización "te quedas fuera de juego", uno de los rasgos que muestran que el comportamiento humano ha cambiado y que hay que comprenderlo.

Ello, no obstante, permite introducir contenidos más frescos, menos serios y más innovadores, que pueden ser de gran utilidad en campañas políticas o empresariales.

Sin embargo, el "boom" de las redes sociales no se ha manifestado en una mayor credibilidad de las mismas, más bien al contrario, por lo que ya no sirven los llamados "influencers", sino que son mucho más efectivos los que él denomina "microinfluencers", ya que llegan mejor a los "microcosmos" donde se mueve cada individuo y, por tanto, impactan mejor.

Además, parece que hay consenso en que las decisiones no se toman tanto en función de la información, sino por las normas sociales de cada "tribu" social.

Una redes sociales personalizadas en las que se refleja el microcosmos de cada uno, de acuerdo a algoritmos y a los propios intereses del usuario, que tiene como resultado percepciones del mundo diferentes.

Es por ello que incide en la responsabilidad de educar a los ciudadanos para buscar mejor la información, ya que "la persona ya no se va a las páginas web de los medios de comunicación", sino que lo hace precisamente a través de sus perfiles en redes sociales.

Otro de los problemas que destaca el consultor es la insuficiencia en la atención al ciudadano por parte de instituciones y marcas, algo que puede mejorar la inteligencia artificial, que no obstante debe siempre contar con persona que conozcan verdaderamente el comportamiento humano.

En este sentido, alerta también de que "la corrupción está en todas partes" y de que "la guerra digital va mucho más allá de los 'memes'", por ejemplo, con vídeos falsos y totalmente manipulados que se crean con facilidad y la gente se cree.

Por otro lado, frente a la selección inadecuada de datos, tenemos el Big Data, pero ha puesto énfasis en lo que bautiza como "small data", los pequeños detalles, el "ADN emocional" donde a veces está la respuesta.

La falta de optimización, algo fundamental en comunicación digital, la difusión en serie o la descentralización de datos y contenido son otros de los problemas principales en este ámbito.

Contra ello, apuesta por la innovación con una tecnología que tiene que estar "al servicio de los objetivos", por contenidos personalizados y por plataformas para organizar los datos.

Y todo ello para entender y reaccionar a lo principal de esta tesis: que el comportamiento de las personas ha cambiado y hay que actuar en consecuencia.