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Que el ruido de la gente comiendo te moleste no es un trastorno

Es cierto que la misofonía puede ser un signo de otro problema, pero no lo es por sí sola. Lo explica un psicólogo especialista

El ruido que hacen otras personas al masticar (sobre todo si lo hacen con la boca abierta), el sonido del segundero de un reloj marcando el tiempo, el que hace una gota tras otra al caer de un grifo o alguien dando sin parar al botón de un bolígrafo son algunos ejemplos de situaciones que pueden generar cierta aversión para algunas personas. Una simple búsqueda en Google sobre el tema nos dará decenas de resultados en los que se nos explica que, si nos ocurre esto, podríamos padecer misofonía. Pero, ¿es esto un verdadero problema?

El término, que proviene del griego misos (odio) y phonia (sonido), fue acuñado por una pareja de médicos estadounidenses llamados Margaret y Pawel Jastreboff, según explica la Academia Americana de Audiología, y se define como "una sensibilidad severa hacia sonidos suaves e imágenes específicas que puede causar una reacción extrema", apuntan desde el Instituto de la Misofonía, una organización estadounidense que —en sus palabras— se dedica a informar y ayudar a las familias que sufren misofonía y promueve estudios sobre el tema.

Que existan instituciones y haya expertos en medicina que se dediquen a investigar sobre la misofonía no quiere decir que la comunidad científica considere esta manía como un trastorno psicológico. Antonio Cano, psicólogo miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid (COP) especializado en cognición, emoción y salud, considera que el solo uso de la palabra es un error: "La etimología de la palabra lleva a la construcción de un término que en el lenguaje cotidiano no existe y en el científico tampoco". Una búsqueda en la Real Academia Española le da la razón: "La palabra misofonía no está registrada en el Diccionario". 

Esto, sin embargo, no quiere decir que aquellas personas que pierden los nervios cuando escuchan a otra masticar estén mintiendo o exagerando. "Todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias. Algo que a cosas de la vida cotidiana con las que nos enfrentamos como el caso de los ruidos, que nos pueden molestar", afirma Cano. Y sí, puede llegar a ser un signo de otro trastorno, pero no uno en sí mismo.

"El único caso que he visto en más de 30 años de experiencia es el de un paciente que tomaba medicación para la depresión y para las obsesiones", recuerda Cano, quien añade que estas manías o fobias se pueden ver magnificadas según el tipo de personalidad o si se sufre algún tipo de enfermedad mental: "Hay ciertas condiciones personales e individuales que pueden hacer que uno tenga más manías que otros. Ser perfeccionista, ser obsesivo o darle mucha importancia a pequeñas cosas, por ejemplo".

A esto se añade que el ruido "es un estresor. Cuando una persona aguanta un nivel objetivamente alto se puede estresar, sobre todo cuando lo genera otra persona, ya que podemos interpretar que el otro perjudicando nuestro bienestar y no nos está respetando". Por eso, una de las claves para combatir esta manía está en cómo interpretamos el ruido, asegura el experto. "Si pensamos que mastica haciendo ruido para fastidiarnos, nos molestará más. Lo mismo ocurre cuantas más vueltas le demos", continúa Cano. Por esto, recomienda, intentar revertir esta clase de pensamientos y no fijarnos tanto en el ruido para que deje de ser un problema.

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