La escena es más usual que el final romántico de las películas con un beso bajo la lluvia: al entrar a una tienda de barrio, algún aviso nos hará saber que no, no hay forma, ahí no se fía. “El que fía no está, salió a cobrar”, dicen algunos. “Hoy no se fía, mañana sí”, dicen otros. “El fiar es cosa ingrata: se pierde el amigo y se pierde la plata” también se puede ver por ahí.Sabemos, entonces, que en las tiendas no se fía. Pero, más allá de lo obvio, ¿por qué? ¿Cuáles son las razones que sustentan que fiar es una mala decisión? ¿Tiene que ver con la cultura y costumbres del colombiano que se endeuda? No lo sabía, entonces hice lo que mejor sé: hacer preguntas y escribir un texto al respecto. Fui a tiendas de barrio en Chapinero, Usaquén y La Candelaria en Bogotá y en Envigado y El Poblado en Medellín para entender por qué “Solo le fiamos a los mayores de cien años que traigan a sus abuelitos como fiadores”. Estas fueron mis cinco conclusiones al respecto.
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La religión influye
No quieren dañar lazos comunitarios
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Es sencillo: no confían en los demás
Ellos no pagarían, entonces mejor evitar la tentación
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Así se llevan los negocios. Punto.
Mucho de lo que sabemos de finanzas personales también lo aprendemos en espacio cotidianos. Ir a la tienda, sin darnos cuenta, puede volverse una lección sobre las deudas y las fianzas. Por eso, desde VICE y Bancolombia buscamos explorar esos espacios y darnos cuenta de qué aprendimos ahí. En este caso, con las tiendas de barrio, podemos ser conscientes de qué nos enseña la cultura popular sobre la plata.