EXPOSICIÓN

Recorrido por la historia del turismo malagueño

La Costa del Sol, érase una vez el paraíso terrenal

Un espectador admira el típico 'coche huevo' que usó el primer turismo de la Costa del Sol en los años 50. ANTONIO PASTOR

La Costa del Sol que inspiró a Jean Cocteau, atrajo a las estrellas de Hollywood o sirvió de escenario para una película de Louis de Funes con cartel censurado atraviesa la exposición 'Museo del Relax'

Hubo un tiempo, tan lejano como puede estar medio siglo para una sociedad que vive con más prisa que memoria, en el que la Costa del Sol fue una especie de Jauja irrepetible para quienes, personalidades ilustres o no, se estaban convirtiendo en sus primeros turistas. Lo recuerda con innumerables pruebas la exposición 'Museo del Relax', en la que, por ejemplo, se muestra el recorte de prensa de la época que informaba de que el escritor francés Jean Cocteau había encontrado su "paraíso humilde" aquí.

Y no sólo era cierto, sino que la información se quedaba corta. El príncipe galo llegó a referirse a todo lo que descubrió en Marbella como el "paraíso terrenal" en una carta remitida en abril de 1961 a Jean Marais: "Por fin hemos descubierto una especie de Paraíso Terrenal rodeado de olivos, higueras y flores, entre la montaña y el mar en el que me baño", apuntó Cocteau en su misiva.

En la exposición, los dibujos de Cocteau o sus manuscritos están cercanos a un vídeo en el que habla el fallecido Pepe Carleton, a quien se le debe el valioso legado que recoge el amor instantáneo que sintió por la costa malagueña el francés, cuando vino a decorar el local de Ana de Pombo que lo mismo ejercía de boutique, tablao flamenco o escuela de danza. Precisamente, sus andanzas con 'la profesora de castañuelas científicas' atraviesan esos recuerdos en los que Carleton lo mismo habla de Cocteau que de Cocó Chanel o se remonta a lugares míticos de aquel tiempo como Santa Petronila o El camello de oro.

El legado de Carleton que ahora custodia el Ayuntamiento de Marbella acapara la planta baja del Rectorado de la Universidad de Málaga en esta exposición recién inaugurada que despliega en otra de las salas numerosas muestras más de la herencia de aquella época dorado que transcurrió entre los años 50 y 70.

Por ejemplo, los carteles de cine de la colección de Lucio Romero, como aquel que fue censurado de la película de Louis de Funes 'Vacaciones en Málaga' por las muchachas en biquini que lo ilsutraban. Y, a su lado, otros dan fe de rodajes como el de 'Contrabando en Málaga', con Maureen O' Hara, o 'Fathom', que trajo a Raquel Welsch. U otros del cine español sin los que no se entenderían aquellos tiempos de suecas y landismo. Es el caso de 'Objetivo Bi-ki-ni', con José Luis López Vázquez y Gracita Morales en su elenco, o rarezas como El puente', en la que Juan Antonio Bardem dirigió al propio Alfredo Landa.

Ahora bien, la Costa del Sol no sólo fue plató para el cine, sino que atrajo como turistas de lujo a estrellas de Hollywood, primeras figuras de la música o a grandes aristócratas. Este paso fue inmortalizado en fotografías de la agencia Efe que muestran en la sección 'La Beautiful People' al inevitable Jaime de Mora y Aragón, a Audrey Hepburn en los toros, a Aristóteles Onassis, al matrimonio integrado por Débora Kerr y Peter Viertel que luego se afincó en Marbella, o incluso deja clara la importancia que el aeropuerto de Málaga fue adquiriendo en aquel momento. Se comprueba ante una Sofía Loren que baja de la escalerilla del avión, a una Gina Lollobrigida que aterriza para pasar unas vacaciones en un chalet llamado 'La herradura', o un John Lennon que está de paso antes de rodar una película en Almería.

Con el baño añadido de nostalgia que ya de por sí sugiere para quienes lo vivieron un viaje en el tiempo a las glorias del pasado, este completo itinerario expositivo también puede entenderse como una posibilidad para que, quienes ni habían nacido entonces, puedan adentrarse en ese descaro entre distinto e impensable que, al sur de una España gris, desprendía la Costa del Sol.

Como simbólica reliquia de aquella época abraza la mirada del espectador la exhibición de uno de aquellos minúsculos coches 'huevo' que albergaban en su interior un zulo feliz en el que desplazarse, tras la inercia aventurera que empujaba el primer turismo, en una década de los 50 en la que el televisor empezaba a ser un extraño objeto de lujo.

Para una muestra de estas características, también se han desempolvados los discos prohibidos que entraban a España por Torremolinos, se han recuperado los logotipos de las discotecas más legendarias o, incluso, se ha hecho acopio de los libros que inspiró lo que entonces sólo era un barrio de pescadores a las afueras de Málaga. Desde 'Hijos de Torremolinos', de James Michener, 'Cristo en Torremolinos', de José María Souvirón, o 'Torremolinos Gran Hotel', de Ángel Palomino, a revisiones actuales de aquel movimiento como 'La Costa del Sol en la hora pop', de Juan Bonilla, o la novela 'Pez Espada', con la que Alfredo Taján rindió tributo al mítico hotel que aún mantiene sus puertas abiertas.

Este rescate de un tiempo concreto tampoco deja atrás la moda que vestía de gala las fiesta de hace medio siglo y reivindica, a través de las prendas pioneras que poblaban su armario y su piel, a personajes como Lupe Durán, a quien Tecla Lumbreras recordó como "una mujer que siempre hizo lo que quiso y, sobre todo, se vistió como le dio la gana".

La reconstrucción de la época llega hasta el punto que al recuerdo de los edificios que brotaron al socaire del boom turístico, la llamada 'arquitectura del relax', se suma la presencia en la propia sala de exposiciones del mobiliario que llevaba a su interior las señas de identidad de una nueva modernidad.

Aquel tiempo no se entendería sin la estética de las primeras postales del destino ahora recuperadas e, incluso, encuentra aliados fieles en las interpretaciones artística que realizó de aquellos lugares el artista Diego Santos, impulsor junto a Tecla Lumbreras de esta exposición y del proyecto de un Museo del Relax que algún día abra sus puertas para explicarles a sus visitantes la historia de la Costa del Sol.

Precisamente, al hecho de que en esta isla malagueña ocurrían las cosas que eran imposibles en la España de Franco se remitió Diego Santos para reivindicar ese potencial turístico que no siempre tiene a su altura el uso que se hace de él: "Si Málaga es un lugar distinto y no tiene la misma caspa cortijera que la mayoría de lugares de Andalucía es porque se la quitó la modernidad; aquí la lió Sinatra, eran detenidas las mujeres que iban a las fiestas en biquini, o empezó el movimiento gay, hasta el punto de que a John Lennon lo llamaron al orden al llegar a Londres tras haber pasado unos días en Torremolinos con un productor suyo que era homosexual, porque creían que se había acostado con él".

Y, llegados a este punto y plenamente rodeado del esplendor del pasado, Diego Santos miró al presente y pidió que "se construya con calidad y se cuide el turismo para que no nos conquisten las chanclas y las hamburguesas". "Hay que luchar para que esto no sea un parque temático, pues lo que a un lugar turístico lo distingue es que es único y auténtico, y si pierde eso se pierde todo porque repartidos por el mundo hay muchos destinos más", reclamó Santos en la inmensidad de esta exposición, que estará abierta en el Rectorado de la Universidad de Málaga hasta finales de enero del inminente 2016..