Cómo Jim Jones pasó de líder de derechos civiles a asesino en masa de un culto
El alcalde de San Francisco, George Moscone, estrecha la mano de reverendo Jim Jones (izquierda), en 1977. Foto de AP.

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Cómo Jim Jones pasó de líder de derechos civiles a asesino en masa de un culto

Antes de que fuera el infame jefe de un culto suicida, el predicador de Indiana era un socialista que luchó a favor de los derechos civiles.

El caso de asesinato-suicidio más mortífero en la historia moderna de Estados Unidos no ocurrió realmente en suelo estadounidense. En el otoño de 1978, más de 900 seguidores del desquiciado predicador Jim Jones —incluyendo cerca de 300 niños y niñas, muchos de ellos personas de color— murieron después de que les ordenaran (o los obligaran a) tomar una bebida con cianuro en Guyana, Sudamérica. Muchos habían buscado una existencia alternativa definida por la visión particular de Jones sobre la justicia social, pero su líder, cuya reputación sufría en medio de innumerables acusaciones de mala conducta profesional, estaba decidido a no irse solo de este mundo. Ese noviembre, el congresista estadounidense Leo Ryan y un grupo de periodistas y familiares visitaron el recinto, y algunos miembros del culto trataron de irse con ellos.

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Jones, tal vez sintiendo que el final estaba cerca, llevó a cabo una masacre.

Pero la historia a menudo parece olvidar que el Templo del Pueblo, como se conocía formalmente a la célebre organización de Jones, no comenzó como una empresa turbia. De hecho, al principio de su carrera, Jones era un líder progresista (y exitoso) en el incipiente movimiento de derechos civiles. Algunas personas incluso esperaban que buscara la presidencia.

En su nuevo libro, The Road to Jonestown: Jim Jones and Peoples Temple, el periodista de investigación Jeff Guinn —autor del best-seller Manson: The Life and Times of Charles Manson— delinea la historia del segundo líder de culto más infame de Estados Unidos. Desde sus primeros días como un ministro idealista de Indianápolis hasta su descenso parecido al de una estrella de rock en el sexo, las drogas y los dudosos actos de sanación en California, hasta el supuesto paraíso selvático en Guyana, Jones no era un estafador común. Hablamos con Guinn sobre cómo la gente veía a este hombre como una especie de wannabe Gandhi estadounidense, lo cerca que estuvo de postularse a la presidencia, y lo que realmente significa "no bebas el Kool-Aid".

Esto es lo que nos comentó.


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VICE: Me fascinaron los primeros días de Jim Jones como un joven ministro en Indianápolis. ¿Puedes hablar del tipo de hombre que era entonces, y si había algún indicio de su oscuro futuro?
Jeff Guinn: Si nos fijamos en lo que Jim Jones se convirtió más tarde en su vida, entonces ciertamente hay indicios de que en su infancia era alguien que estaba desequilibrado seriamente en algunos aspectos. Incluso de niño era manipulador y engañaba a la gente. Estaba dispuesto a hacer todo lo posible para volverse el líder y hacer que la gente siguiera sus órdenes. Sin embargo, una de las cosas sorprendentes de Jim Jones es que si realmente estudias su vida, si regresas y observas sus años de formación en los años cuarenta y cincuenta en Indianápolis, este hombre prácticamente integró a la ciudad; años antes de que las leyes de derechos civiles volvieran obligatoria la integración.

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Él construyó esta reputación —que utilizaría para llevar a mucha gente a la ruina y a la muerte— mediante la realización de proyectos absolutamente magníficos. Si a Jim Jones lo hubieran atropellado y hubiera muerto hacia finales de la década de los años cincuenta, hoy sería recordado como uno de los grandes líderes del movimiento de derechos civiles, y se hubiera ganado esa reputación. Eso hace que lo sucedido sea aún más triste y trágico. Tenía la habilidad de hacer grandes cosas, y en vez de eso utilizó su talento para la provocación y la manipulación. Como resultado, hoy en día se le recuerda como una persona horrible. Francamente, se lo ganó.

¿Cómo mezcló Jim Jones el evangelio y el marxismo en su predicación, y por qué crees que esta curiosa yuxtaposición le hizo ganar adeptos?
A medida que creció, el Templo del Pueblo comenzó a engrosar sus filas con miles y miles de miembros. No era que cada uno fuera un miembro del Templo del Pueblo por la misma razón: Jones era un experto en adoptar una personalidad para un segmento de sus seguidores y otra personalidad para los demás. Además construyó su primer ministerio tanto en la Biblia como en tratar de ayudar a sus seguidores a obtener algún tipo de justicia social en esta vida. No se basaba en la idea de que algún día irás al cielo, donde los humildes recibirán todo lo que merecen. A medida que su iglesia crecía, comenzó a tratar de usar a sus miembros para trabajar por el cambio social.

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Se volvieron muy activos política y socialmente, y hubo personas que se unieron a él por esa razón. No les importaba particularmente el fin religioso: querían provocar un cambio. Jones era un socialista, que es algo diferente de un comunista, pero su enfoque principal —que según Jones era un elemento importante del Templo del Pueblo— era alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, y tratar de establecer el tipo de ejemplo donde cada persona tiene dignidad y una oportunidad. El Templo del Pueblo debía ser un ejemplo brillante para que el resto del mundo, según lo creían, finalmente decidiera: Necesitamos copiarlo.

Jones también se proclamó a sí mismo como Dios y afirmaba que podía hacer curaciones milagrosas, las cuales eran montajes. Había un porcentaje de personas que lo seguían porque pensaban que era algo más que humano.


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¿Hubo algún instante en el que todo empezó a cambiar? Parece que hubo un largo rastro de conductas inapropiadas por parte de Jones. ¿Cómo pudo hacerlo durante tanto tiempo?
Fue capaz de hacerlo porque lo hizo de forma gradual; no ocurrió al mismo tiempo. El nivel subió poco a poco. Uno de sus seguidores comparó la situación con una rana en una olla de agua, en la que los seguidores representaban la rana. Si pones a una rana en una olla de agua hirviendo, automáticamente intentará saltar, pues sabe que es peligroso, sabe que su vida corre peligro. Pero si pones a la rana en una olla de agua tibia, con sólo un poco de calor debajo, y entonces subes poco a poco la temperatura, la rana se quedará ahí hasta que el agua hirviendo la mate, y sólo se dará cuenta en ese momento de que debió haber saltado antes.

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Los seguidores de Jones fueron leales en un inicio, porque el Templo del Pueblo estaba haciendo muchas cosas que valían la pena. Realmente estaban ayudando a la gente que lo necesitaba, pero poco a poco Jones comenzó a convertirse en el monstruo que demostró ser. Una vez más, tendemos a pensar que él debió ser así durante toda su vida, lo que significa que todos los que lo siguieron eran idiotas sin cerebro. No es el caso. Justo hasta sus últimos meses en Jonestown, cuando las drogas y sus demonios personales se apoderaron de él, Jones tenía la habilidad de impresionar a prácticamente cualquier persona que conociera.

¿Qué tan cerca estaba Jim Jones de convertirse en un verdadero político?
Una vez que Jones se muda a California, comienza a atraer seguidores que creen que no tiene defectos, que lo que dice Jim es siempre correcto. Entonces deja de escuchar a la gente que le dice Hey, espera un minuto, creo que estás equivocado en esto. Sólo le dicen lo brillante y maravilloso que es. Está en la naturaleza humana empezar a creerlo, y Jones era ciertamente más propenso a eso que cualquiera de nosotros. Estaba exento de la crítica, y eso fue algo determinante.

Justo antes de que empezaran todos los escándalos públicos en California que lo llevaron a mudarse a Guyana, Jones estaba empezando a explorar la política. Daba entrevistas y decía que realmente no podía postularse a un cargo… todavía, tal vez en algún momento próximo. Recuerden que Jim Jones estaba trabajando como un igual en la escena de California. Conocía a varios senadores y congresistas, y al gobernador. Además estaba pensando en entrar a la política.

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Un hombre que estaba dispuesto a pensar que podía ser Dios no va a ser discreto cuando se trata de la vida pública. Que Jim Jones hubiera sido presidente de Estados Unidos puede parecer ridículo ahora, pero hace diez años, ¿alguien habría creído que Donald Trump pudiera ser presidente?


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En el pasado has hecho reportajes sobre crimen, pero este es un episodio singularmente oscuro en la historia de Estados Unidos. ¿Te pesó?
Escribir el capítulo sobre el 18 de noviembre de 1978 fue el momento más difícil para mí como escritor. Tengo 66 años, y lo he estado haciendo durante casi medio siglo, y nunca he experimentado nada como esto, porque llegué a conocer a esa gente. Porque yo mismo he estado en esa selva, me hice camino a través de ella, sabía lo que significaba estar ahí en noviembre en el apogeo de la temporada de lluvias en el lodo. Me pareció una cosa visceral, además de ser un asunto intelectual. Escribía durante un par de horas, y luego tenía que alejarme de eso.

Cuando terminé, me dolió leerlo, porque incluso con las primeras páginas, sabía lo que iba a suceder. No sólo lo que iba a suceder, sino por qué, y también me importaba la gente a la que le ocurrió esto. Espero que las personas que lean este libro entiendan mejor al Templo del Pueblo y a Jim Jones. Que no piensen que eran fenómenos de circo. Que no crean que fue unidimensional, y más allá de eso, tal vez todos deberíamos pensar en los demagogos. Porque siempre ha habido demagogos, y siempre los habrá.

Al igual que la familia Manson, el culto de Jones sigue grabado en la memoria de Estados Unidos. ¿Es el resultado de que hubiera ocurrido en los años 70, en un momento de gran cambio social, como los ataques de Manson una década antes?
Jonestown, a su manera, está a la par del asesinato de Kennedy, a la par del 9/11. Es un evento tan horroroso que es difícil imaginar que realmente sucedió. Y de ese acontecimiento, una frase se filtró en el léxico nacional, "no bebas el Kool-Aid". Que se supone que significa, "No se traguen el cuento de los líderes desquiciados que te hacen hacer locuras". ¡Pero ni siquiera era Kool-Aid! Muchas de las víctimas fueron retenidas e inyectadas a la fuerza, lo cual es asesinato. Y más allá de eso, no eran idiotas a quienes habían embaucado con algún tipo de fraude. Si tratamos de entender lo que le sucedió a la gente aquí en un sentido más amplio, nos va a hacer examinar con mayor profundidad cómo acabamos por creerle a los demagogos. Si queremos dejar de creerles, entonces tal vez necesitamos entender el proceso un poco mejor.

Cuando el congresista Leo Ryan fue [a Guyana] y llevó a los medios de comunicación, fue el punto de inflexión. Jones estaba buscando un gran final dramático que hiciera que su nombre viviera para siempre en la historia. Si no hubiera sido Leo Ryan, creo que habría sido alguien más. Ryan pasó a ser el detonante, pero esa situación ya se veía venir, de una forma u otra. Cuando miramos atrás, podemos odiar a Jim Jones, podemos odiar lo que hizo, pero él logró, en un sentido personal, lo que él siempre quiso. Quería ser famoso. Quería ser recordado. Y lo logró.

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