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composición de las cámaras

Diputados a la fuga

Tras incorporar en 2015 a centenares de personas a la política, Ciudadanos y Podemos son los partidos que más representantes han perdido

Juan Ramón Carrancio, diputado autonómico en Cantabria, acaba de anunciar que abandonará Ciudadanos sin devolver el acta. No es un caso único. Ciudadanos y Podemos llevan meses pagando el precio de su vertiginosa expansión nacional de 2015, cuando incorporaron a cientos de recién llegados a la política a sus listas electorales. Desde entonces, las dos nuevas formaciones han perdido diez escaños porque sus representantes han abandonado sus filas sin devolver el acta. El PP, que les dobla en representación, solo ha registrado tres casos así. Y el PSOE, ninguno. En total, el 10% de los diputados autonómicos que fueron elegidos con Ciudadanos, el 7% de los de Podemos, el 4% de los del PP y el 1% del PSOE ya no están en estos partidos (han dejado la política, devolviendo el acta; o a sus formaciones, manteniendo el acta).

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“Podemos y Ciudadanos son organizaciones jóvenes que entraron en la política nacional justo antes del ciclo electoral 2015-2016 y tuvieron que crecer muy rápido”, recuerda Lluís Orriols, doctor en ciencia política por la Universidad de Oxford y especialista en comportamiento político y electoral. “Desde su nacimiento han estado muy preocupados por fomentar su faceta de maquinaria electoral y no han tenido tiempo de fomentar su estructura organizativa. Eso les ha obligado a estresar su organización, con un crecimiento rápido que puede provocar situaciones de reclutamiento fallido como estas”, sigue. “Las deserciones reflejan un problema de reclutamiento bidireccional: el partido recluta a gente que no lo merecía y a la que echa porque daña su marca; y hay gente que acaba desencantada con la dirección que toma el partido”.

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Las formaciones españolas nunca tuvieron que afrontar un ciclo electoral tan exigente como el que arrancó en 2015. En el espacio de año y medio, concurrieron a unas elecciones andaluzas (marzo de 2015); a municipales y autonómicas (mayo de 2015); catalanas (septiembre de 2015); generales (diciembre de 2015 y junio de 2016) y autonómicas vascas y gallegas (septiembre de 2016).

Eso puso a prueba la capacidad de adaptación de Podemos y Ciudadanos, dos partidos sin estructuras locales, enraizados en las grandes ciudades y sin apenas candidatos con los que rellenar las listas. Año y medio después, las bajas que han sufrido los dos nuevos partidos no solo fotografían los fallos de los mecanismos con los que ambos intentaron cribar a los integrantes de las listas con las que se presentaron a las elecciones. También refleja el baño de realidad que ha supuesto la profesionalización de sus estructuras y de sus estrategias.

Las fugas de representantes ya han tenido sus primeras consecuencias. Ciudadanos ha cambiado su sistema de primarias para que su dirección tenga más control sobre quién integra sus listas electorales. Antes de la Asamblea Nacional de febrero, los afiliados elegían en primarias a los cinco primeros candidatos. Desde entonces, solo el número uno de cada lista tiene que pasar por las elecciones internas.

Transfuguismo

“La condición humana y el transfuguismo no dependen de nosotros”, opinó esta semana Albert Rivera, presidente de este partido. “Querríamos que los escaños sean de los partidos y no puedan robarse”, añadió cuando se le preguntó por los cientos de diputados y concejales que han dejado Ciudadanos desde que la Asamblea de febrero aprobó un cambio ideológico, abandonando el socialismo democrático y abrazando el liberalismo progresista. “El transfuguismo no deja de ser otra forma de corrupción”.

“Yo fui de los fundadores de Ciudadanos en Cantabria, y viene por unos valores muy claros y concretos, como la democracia interna”, difiere Carrancio, el último diputado en abandonar Ciudadanos. “Uno de ellos es el de las primarias”, subraya, criticando que el partido haya restringido el uso de este sistema. “Eso contraviene cualquier principio democrático. Si a eso le sumamos el abandono de la socialdemocracia, una pata fundamental en el ideario del partido, y que el Ciudadanos está haciendo últimamente propuestas de postureo…”, reflexiona. “No devuelvo el acta porque la saqué por un partido que ya no defiende el ideario de entonces”, concluye.

Todos las formaciones han subrayado en rojo un año del calendario: 2019. Coinciden las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Podemos y Ciudadanos tienen hasta entonces para consolidar sus estructuras orgánicas y afinar sus sistemas de selección. Mientras tanto, sufren las fugas de varios de sus diputados.

20 miembros de la lista de Cifuentes han cambiado

Cristina Cifuentes preside la Comunidad de Madrid tras llegar a un acuerdo de investidura con Ciudadanos. Sin embargo, la lista del PP que encabezó la exdelegada del Gobierno en las elecciones de mayo de 2015 ha cambiado sustancialmente. Hasta 20 nombres de los que se alistaron junto a Cifuentes en la papeleta electoral han dejado su escaño por diversas razones. Eso supone casi el 50% de los 48 diputados electos del PP.

Este partido explica que doce representantes han dejado de serlo para integrarse en el Gobierno de Cifuentes, en el Congreso de los diputados o en empresas públicas. Otros tres lo habrían hecho para incorporarse a empresas privadas. Dos, por estar siendo investigados por su presunta implicación en casos de corrupción, lo que contraviene tanto el código ético del PP como el acuerdo de investidura que ha firmado este partido con Ciudadanos. Uno dejó su escaño por haber cometido una infracción de tráfico —dio positivo en un control de alcoholemia—; otro por negarse a presentar su declaración de bienes; y un tercero por motivos personales —que surgieron tras ausentarse en la votación de la ley contra la LGTBfobia y después de votar en contra de una moción para regular la maternidad subrogada—.

La Asamblea de Madrid es la que ha registrado más cambios de representantes de toda España. Además de los del PP, han dejado su escaño una diputada del PSOE, dos de Podemos y tres de Ciudadanos.

En ninguno de estos casos los diputados han mantenido el acta. Todos se la han devuelto al partido.

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