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Un festival de mujeres negras y feministas desata la polémica en París

Las denuncias contra el evento parisino Nyansapo abren en Francia un debate sobre prácticas del feminismo no mixto. La alcaldesa, Anne Hidalgo, amenaza con su cancelación

Silvia Ayuso

Faltan casi dos meses para la celebración en París del primer festival afrofeminista europeo, Nyansapo, pero la polémica ya se ha encendido. En el centro de las discusiones está la cuestión de si un evento organizado por mujeres negras y feministas, para discutir temas de feminismo y racismo es discriminatorio. O hasta racista. Desde que se conoció que una parte del festival —unos talleres— será no mixto, es decir, que estará reservada a mujeres negras, las condenas se han sucedido, incluso de la propia alcaldesa de París —de izquierdas, y feminista— , Anne Hidalgo

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo
La alcaldesa de París, Anne HidalgoChristophe Ena (AP)

Muchos colectivos han replicado el evento defendiendo un formato de espacio limitado que, afirman, es tradicional y hasta necesario en un colectivo doblemente discriminado, por género y por color de piel. Pese a que Hidalgo —que llegó a reclamar que se prohibiera el festival y amenazó con denunciar por discriminación a las organizadoras— se ha dado por satisfecha después de que se aclarara que los eventos reservados se celebrarán en un espacio privado y no en instalaciones públicas, la polémica está lejos de aplacarse.

El objetivo declarado de Mwasi (mujer, en lingala), el colectivo afrofeminista que ha organizado la primera edición de Nyansapo, es “construir estrategias y cadenas de solidaridad duraderas” del movimiento feminista negro en Europa. Para ello, las organizadoras han previsto cuatro espacios diferenciados. Uno de ellos será un “espacio no mixto de mujeres negras”, que especifican suponen el 80% de los asistentes al festival. También habrá otro “espacio no mixto de personas negras”, uno “no mixto de mujeres racializadas” (que viven, según los defensores del término, en estructuras sociales discriminatorias ya sea por raza, religión u origen) y, finalmente, un espacio “abierto a todos y todas”.

Los primeros en poner el grito en el cielo fueron personajes de la ultraderecha. Especialmente el tesorero del Frente Nacional (FN), Wallerand de Saint-Just, quien denunció esos espacios reservados como “prohibidos para los blancos” y reclamó una respuesta de Hidalgo, ya que parte del festival se celebrará en un local propiedad del Ayuntamiento de la capital gala.

También organizaciones como la Liga Internacional contra Racismo y Antisemitismo (Licra) y la sección francesa de SOS Racismo criticaron los planes divisorios de las mujeres afrofeministas. “Rosa Parks se revolcaría en la tumba. El combate antirracista convertido en la coartada de un repliegue identitario”, escribió Licra en un tuit. Un festival “parcialmente prohibido a blancos” tiene una lógica “provocadora y discriminatoria”, coincidió SOS Racismo.

Las organizadoras del evento, Mwasi, y la Générale, el espacio público donde se va a realizar parte del festival, han lamentado la polémica y dicen ser víctimas de una “campaña de desinformación y de fake news orquestada por la extrema derecha” en la que “algunas organizaciones antirracistas se han dejado también manipular”.

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Y devuelven la pelota recordando que este tipo de espacios no mixtos —como han subrayado también otros activistas y expertos— son prácticas clásicas de la lucha feminista desde los años 70. “Los grupos de discusión feministas ‘entre mujeres’ jamás han supuesto un problema para el gran público. Se trata de un método de trabajo clásico cuya utilidad ha sido demostrada para que la palabra pueda emerger libremente y para que, en paralelo, pueda realizarse una reflexión abierta de manera serena”, afirman.

Defensores

“La mujer negra no solo tiene un problema con el patriarcado, que es de lo que habla el feminismo blanco. La mujer negra recibe opresiones tanto de hombres blancos como de mujeres, y eso hay que reconocerlo, es el problema que hay que resolver”, reivindica Antoniette Torres Soler, directora de Afroféminas. Esta cubana asentada en Zaragoza imparte talleres de afrofeminismo y ha reclamado una disculpa pública de Hidalgo por sus críticas al festival parisino porque “ha dado pie a vulnerabilizar a este colectivo, a ponerlo en más desventaja socialmente”. Aunque dice preferir los espacios mixtos por su convicción de que “el discurso que sale del feminismo negro debería llegar a todo el mundo”, Torres subraya el derecho a realizar talleres reservados como han decidido las activistas parisinas. “Me parece bien que haya un momento para ellas y para su reflexión”, reclama.

Una veintena de activistas han advertido, en una columna en Mediapart, que no es “inocente” la percepción de que “espacios reservados a mujeres negras sean vistos como ‘prohibidos a los blancos’, cuando tampoco son accesibles ni a hombres negros ni a miembros de otras comunidades”.

“La militancia no mixta no es discriminación”, coincide el sindicato de estudiantes francés UNEF, que también ha criticado a la alcaldesa Hidalgo por su postura ante el festival. En varios tuits con el hashtag #JesoutiensMwasi (apoyo a Mwasi), han recordado que considerar que “la presencia de blancos es indispensable” no es más que una forma de pensar de aquellos que “consideran que las personas afectadas por el racismo no deberían tener el derecho a organizarse entre ellas”.

Una idea que no comparte SOS Racismo, que respalda "mil veces" las críticas de la alcaldesa parisina al festival. “El hecho de prohibir una parte de los espacios a personas por motivos de su sexo o de su origen presenta un problema jurídico (…). Supone instaurar una vuelta a las categorías raciales”, ha advertido el presidente de la sección francesa de la ONG, Dominique Sopo, en varios medios franceses. “A partir del momento en que se acepte que las reuniones públicas sean prohibidas a los que no son negros, ¿qué se dirá el día en que se prohíba la entrada a reuniones a los no blancos?”, se preguntó.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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