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En 2017 algunos chefs siguen sin saber qué es el acoso sexual

Estar ebrio no es una excusa para coquetear con alguien que dice que no.

He trabajado como chef en todos los puestos de la cocina, pero la mayor parte de mi carrera ha sido en el área de repostería en Toronto. Hace unos años, me tomé unas merecidas vacaciones para asistir a un festival culinario en la Costa Este. Ésa era la primera vez que iba a uno de estos eventos, estaba emocionada y un poco temerosa; emocionada por conocer a otros chefs para generar contactos y salir, pero temerosa porque la escena está saturada de la cultura bro, todo es masculinizado.

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Una de las cosas que noté es que no había muchas mujeres en el festival, no había voceras o chefs mujeres. No quiero decir que tendrían que destacar, pero sí ser reconocidas como iguales.

En cambio, había un gran grupo de amigos chefs que siempre organizan este tipo de eventos. Es como en la preparatoria. Las mismas personas de siempre organizando, preparando la comida y presumiendo sus alimentos. Es lo mismo en Estados Unidos y en París, en todas partes. Y todos los platillos presentados en el festival fueron colaboraciones entre chefs hombres. Aburrido.

La alineación de este festival incluyó a un chico que por lo regular no es protagonista; no por ser menos masculino, sino porque no siempre está involucrado en eventos culinarios de Canadá. Estaba muy emocionada por conocerlo, porque es un chef de renombre, canadiense y reconocido en el extranjero, y además tiene una estrella Michelin. (O tenía una. Su restaurante ya cerró.) Cuenta con formación en repostería y cocina salada, pero tiene gran experiencia en repostería, así que estaba muy emocionada de hablar con él porque soy una chef que también prepara ambos tipos de alimentos y es alguien a quien admirar.

En un momento, durante uno de los eventos del festival, algunos de mis amigos estaban hablando con este chef y trataban de generar conversación sobre el tema de la repostería, pero a mí me ignoraron. Para ese momento él ya estaba muy borracho. No lo volví a ver en un rato, porque había demasiada gente en el festival.

Cuando nos retiramos del evento, regresamos caminando hacia el lugar donde nos hospedamos y el chef decidió acompañarnos… hasta la habitación. Nuestro cuarto se convirtió en el after, pero no era nada salvaje tampoco. Todos estaban bebiendo y conviviendo en la habitación, este chef probablemente era la persona más ebria de todas. Era muy atrevido, sus manos demasiado inquietas y ni siquiera quería hablar sobre comida en lo absoluto. Incluso si le decía, "No, esto no me gusta", no me entendía.

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