Por @Alvy — 15 de Junio de 2017

Ah, las notificaciones. Cuando se inventaron los desarrolladores de apps se congratularon ante la perspectiva de poder interactuar con los usuarios fuera de sus apps en cualquier momento. Pero lo que nos ha quedado es una experiencia de usuario ruidosa, aleatoria y que roza el abuso, una especie de táctica para robarnos la atención más que para mejorar nuestras vidas. El hecho de que las notificaciones sean una especie de hackeo insostenible es algo cada vez más claro.

Notification centerEstas sabias palabras son de Scott Belsky, quien analiza tanto el problema como sus posibles soluciones en una anotación titulada Notifications: A Tragedy Of the Digital Commons.

La tragedia de los comunes es el conocido dilema que se suele representar con un prado comunitario al que varios pastores llevan sus animales para que coman. Mientras hay pasto, los propietarios tienden la natural tendencia de llevar más y más animales porque así obtienen más beneficio; como todos pueden razonar de la misma forma la consecuencia es que acaba habiendo demasiados animales y el pastizal se agota. Al abusar de los recursos comunes disponibles para maximizar el beneficio propio todos acaban perdiendo. Lo que era un escenario idílico se convierte en una tragedia. ¿Te suena? Se da en todos los órdenes de la vida.

Con las notificaciones de las apps ha acabado sucediendo lo mismo: el pastizal es la pantalla, o más exactamente nuestro tiempo de atención. Las notificaciones acaban siendo demasiadas, utilizan diversos «criterios», los sistemas operativos no hacen bien su trabajo limitándolas a gusto del usuario y todo el mundo acaba sufriendo un exceso de ¡dings!, ventanitas emergentes e iconos rojos con numeritos que «exigen» ser atendidos (produciendo la angustia más conocida como «el miedo a perderse algo»).

Entre las propuestas de Belsky hay varias y muy interesantes, tanto a largo plazo como a corto plazo. Las mejores son a largo plazo: las apps y los sistemas operativos deberían ser capaces de comportarse más inteligentemente: si ignoramos ciertas notificaciones, deberían evitarse en el futuro; si interactuamos con alguna app en cierto lugar o en cierto momento, tender a aceptar más en las mismas condiciones. Y por supuesto, los calendarios y «modos» están para algo: si estamos en una reunión o conduciendo no hay notificaciones que valgan. Respeto e inteligencia son la clave.

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