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The Guardian en español

¿Por qué un gigante de llamas dormido despertó en Alberta y se hizo invencible?

Las autoridades temen que el incendio en el noroeste de Canadá duplique hoy su tamaño

Ashifa Kassam

Calgary —

Un monstruo de muchas cabezas. Un animal de fuego. Una bestia. A medida que fue bramando fuera de control en el norte de Alberta e irrumpió en la localidad de Fort McMurray con una ferocidad sin precedentes, el fuego descontrolado empezó a acumular una lista de nombres pintorescos.

En muy pocos días, el fuego había aumentado de tamaño. De unas 1.200 hectáreas pasó a arrasar a más de 220.000. Dibujó una estela de destrucción en Fort McMurray, una ciudad en el corazón de las arenas de alquitrán en Alberta, forzando la evacuación de más de 88.000 personas, arrasando algunas partes de la ciudad y dejando un reguero de restos carbonizados a su paso.

Algunos de los que han hecho frente a este incendio forestal nunca habían visto nada parecido. “Es un fuego sin precedentes con respecto a la velocidad que se ha propagado, por la forma en que ha afectado a la población”, explicaba el jefe regional de bomberos Darby Allen a principios de esta semana, después de que unas temperaturas más bajas y una mayor humedad permitieran a los equipos controlar el fuego.

“La forma en que se produjo, la manera en la que se extendió y cómo se comportó reescriben las fórmulas del comportamiento de los fuegos”, explica. Pero, ¿qué hizo a este fuego diferente de los cientos de incendios que se producen cada año en la región, o de otros incendios descontrolados alrededor del mundo? “Hemos tenido incendio de más velocidad, más grandes, pero este, en términos de impacto y del lugar en el que se produjo, es completamente histórico”, recuerda Chad Morrison, director de prevención de incendios de Alberta.

Un incendio forestal inaudito

Un incendio en el norte de Alberta en 2011 afectó a más de 700.000 hectáreas. Otro en 1951 quemó alrededor de 1,4 millones de hectáreas, convirtiéndose en el mayor incendio jamás registrado en Norteamérica. Pero estos incendios quemaron zonas apartadas de la región, cuenta Morrison. “No creo que hayamos visto nunca una comunidad de este tamaño afectada por el riesgo de un incendio de esta envergadura y ferocidad”.

El fuego al que se enfrentaron los equipos contraincendios –más acostumbrados a batallar contra casas o apartamentos incendiados– era un incendio forestal capaz de barrer barrios enteros. Los bomberos lograron mantener a salvo alrededor del 85% de la ciudad, pero no pudieron hacer nada por unas 2.400 casas y edificios que terminaron en llamas.

La causa de este fuego tan agresivo, que se inició en una zona boscosa apartada, todavía está siendo investigada.

Los vientos cambiantes del principio de la semana vieron cómo el fuego rápidamente paso de estar en gran medida controlado a convertirse en llamaradas enfurecidas que traspasaron los límites de Fort MacMurray. Hubo un momento en el que el fuego consiguió saltar un río de un kilómetro de ancho.

Nada hubiera podido prevenirlo

“Ninguna cantidad de buques o recursos, ningún cortafuego de cualquier tamaño podría haber prevenido que el fuego golpease a la comunidad ese día”, reconoce Morrison. “A veces la madre naturaleza hace lo que quiere hacer y ocurren cosas malas”.

El “horrible y sucio” fuego –en palabras del jefe local de bomberos– sorprendió a los científicos por la forma en que se desató, dice Mike Flannigan que estudia los incendios forestales en la Universidad Edmonton de Alberta.

Alimentado por la yesca, por unas inusuales altas temperaturas y por niveles bajos de humedad, el fuego liberó cantidades masivas de energía según avanzaba, creando su propio clima y relámpagos. Los incendios que producen relámpagos no son desconocidos, recuerda Flannigan. “Pero este generó relámpagos que después provocaban nuevos incendios. Es la primera vez que escucho algo así”.

A medida que el fuego se fue haciendo noticia en todo el mundo, muchos se apresuraron a vincular su comportamiento extremo con el cambio climático. Pero Kerry Anderson, un experto en investigación de incendios en el departamento de Recursos Naturales de Canadá, dijo que serán necesarios registros a largo plazo para poder decir con seguridad que esos vínculos existen. “Sabemos que se producen incendios forestales desde hace 100 años, pero no es hasta hace 15 o 20 años que tenemos registros bastante fiables de las áreas que los incendios queman cada año”.

Anderson se refirió a la corriente de El Niño para explicar el fuego extremo. El invierno suave en Canadá hizo que la temporada de incendios comenzase cuatro semanas antes de lo habitual y ayudó a generar las condiciones para que se crease yesca seca. “El fuego es una parte natural del medio ambiente en Canadá... si no fuera por los fuegos, los bosques maduros de repente serían susceptibles de quemarse o enfermar”.

Otros dicen que el cambio climático podría ser el causante de este tipo de episodios de fuego extremo y que esto podría ser la nueva normalidad. “Tenemos una temperatura que se está convirtiendo en una fiebre y la estamos ignorando”, asegura Tim Lynham, experto del comportamiento de los incendios en el departamento de Recursos Naturales en Canadá.

El calentamiento global ha causado que la nieve se derrita antes, dejando el suelo y la vegetación más secos haciendo que la temporada de incendios empiece antes. El resultado es un periodo más largo de incendios al año, augura Lynham. “Y esto supondrá más riesgos para las comunidades”.

Más de 500 bomberos continúan luchando contra el fuego en el norte de Alberta. Su expansión se ha frenado en los últimos días y su extensión ha alcanzado ya unas 241.000 hectáreas. Los vientos ha ayudado a desplazarlo lejos de las poblaciones.

A lo largo de Alberta, donde más de 15 fuegos incontrolados siguen activos, los bomberos siguen trabajando contra los fuertes focos del fuego que han denominado La Bestia, todos ellos conscientes de su fuerza latente y de su poder para causar estragos. “Es algo así como un gigante dormido en el interior del bosque”, compara Morrison. “Y algún día cuando haga calor y haya sequía, se despertará, se dará un pequeño paseo por el bosque y quemará un poco más”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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