Buzón de Voz

Nueve apuntes sobre el 'momento PSOE'

Prácticamente todos los titulares referidos a este 39º Congreso Federal del PSOE llevan como sujeto a Pedro Sánchez. Sin embargo, el clima que se ha respirado este domingo en el pabellón 3 del IFEMA de Madrid lanzaba un mensaje diáfano: son las bases socialistas las que han recolocado a Sánchez en el liderazgo al que tuvo que renunciar el pasado 1 de octubre. Y son esas mismas bases las que le ofrecen una oportunidad única para recuperar la credibilidad perdida a raudales por el socialismo español en los últimos años. Sánchez proclama ser consciente de ello, y ahora le toca demostrar que va a ser consecuente con el reto político que personifica.

Sobre la base de lo visto y escuchado, aquí van unos breves apuntes acerca del momento PSOEmomento PSOE y las expectativas que se abren.

1.- Si se hubiera instalado esta mañana de domingo un aplausómetro en el pabellón 3 del IFEMA madrileño, ese (peligroso) aparato habría captado un apoyo casi fervoroso a quienes forman el núcleo duro de Pedro Sánchez. Se iban escuchando los nombres y apellidos de las 49 personas (29 hombres y 20 mujeres) integrantes de la nueva Ejecutiva Federalnueva Ejecutiva Federal, y el aplauso se multiplicaba cuando era convocado al escenario cualquiera de los y las que se mantuvieron de forma numantina en el “no es no” a Rajoy y empujaron a Pedro Sánchez a volver a dar la batalla por el liderazgo, esta vez con el aliento de las bases y enfrentado a barones y jarrones chinos. Adriana Lastra, José Luis Ábalos, Odón Elorza, Susana Sumelzo, Óscar Puente… han cosechado el mayor entusiasmo, junto a Cristina Narbona, José Félix Tezanos o Manuel Escudero, tres de las cabezas mejor amuebladas entre las que han rodeado a Sánchez en su resurrección. La militancia, invitada a esta clausura del Congreso junto a sus delegados, ha expresado sin ambages un activismo exigente.

2.-  La nueva dirección del partido no obedece a un acuerdo de cuotas de poder ni recoge una disposición de integrar a los perdedores. Más allá de los gestos hacia Patxi López o Guillermo Fernández Vara (este último con voz pero sin voto), la Ejecutiva es exactamente la que Sánchez ha querido. Con un 70% de apoyo y un 28,6% en blanco, el reelegido secretario general llega con 15 puntos menos de apoyos de los que obtuvo en 2014, y con diez por debajo de los que cosechó Rubalcaba en 2012. Son datos de carácter más bien interno, que auguran batallas aún pendientes en los próximos congresos regionales y provinciales, donde se reflejará con mayor fidelidad la magnitud de la fractura interna que permanece abierta en el PSOE.

3.- Los escasos diez minutos de reunión entre Sánchez y Susana Díaz, y la ausencia de esta (y de otros dirigentes relevantes) en el discurso de clausura del Congreso simbolizan precisamente esa herida que no está ni mucho menos cicatrizada. Sin responder a porcentajes tasados, Sánchez no debería obviar el peso de la militancia andaluza susanista si de verdad quiere coser el partido. Una cosa es rodearse de personas de absoluta confianza en los órganos de dirección sin aceptar tutelajes de ningún tipo y otra muy distinta cerrar los ojos a la realidad de lo que son y representan las propias bases. En los próximos días comprobaremos si el sanchismo abre o no una batalla en Andalucíasanchismo que daría la espalda a la reclamación de unidad que han expresado los propios delegados en el Congreso. 

4.- En estos tiempos volubles y convulsos, pueden más las expectativas imaginadas que los hechos mismos. La contundencia de la victoria de Sánchez en las primarias ha obligado a un repliegue táctico de todos aquellos que apostaron por Díaz, aunque lo hicieran más por antisanchismo que por fervor hacia la presidenta andaluza. Lo cierto es que en Valencia, en Asturias o en Aragón, entre otras federaciones, ya han aflorado críticas directas a Pedro Sánchez, que no ha disimulado su decisión de no integrar ni pactar cuotas en los órganos de poder federal. Si la venganza se disfraza de justicia… mal pronóstico a la hora de “coser” un partido tan necesitado de generosidad en la victoria como de humildad en la derrota.

5.- Nunca un secretario general socialista tuvo las manos más libres para hacer y deshacer a su antojo. El hecho incuestionable de que ha sido la militancia quien le ha devuelto el liderazgo le ha servido para vaciar de contenido al máximo órgano de dirección entre congresos, el Comité Federal, que ahora queda sometido a las consultas obligatorias a las bases para la toma de decisiones más trascendentes.

6.- Si se comparan los discursos de Sánchez de este domingo 18 de junio y de aquel 27 de julio de 2014, cuando fue confirmado como secretario general del PSOE tras el apoyo de sus actuales adversarios derrotados, pueden observarse muchas concordancias y algunas relevantes diferencias. Insiste en los guiños expresos al 15M, hay una más nítida apuesta por un PSOE de izquierda y una contundente denuncia de la corrupción gobernante. Después de aquellos zig-zag protagonizados por Sánchez en 2016 entre la referencia portuguesa y la de la Gran Coalición alemana, hoy asienta una clara inspiración en la coalición de izquierdas que gobierna en Lisboa.

7.- Quizás el rasgo diferencial mayor en este Congreso es el que se refiere al modelo de Estado. Sánchez intenta no enterrar una Declaración de Granada de la que fue ponente en el equipo de Rubalcaba, para seguir defendiendo una reforma constitucional hacia el federalismo, pero esta vez sin disimular el reconocimiento de la realidad “plurinacional” de España. Declararse a estas alturas partidario “de España y del catalanismo”, o proclamar que España “es un único Estado, con una única soberanía, la del conjunto de los españoles, pero también una nación de naciones”, puede que llegue tarde al proceso independentista al que sigue enfrentándose el PSOE en apoyo del Estado, que no del Gobierno “neocentralista” de Rajoy.

8.- En el último tramo del discurso de clausura se visibilizó el problema de fondo del PSOE. El único momento en que todo el pabellón se puso en pie para aplaudir fue cuando Sánchez hizo referencia y homenaje a la fallecida Carme Chacón, recordando sus palabras como aspirante al liderazgo en 2012: “El PSOE debe ser coherente. Si decimos izquierda, debemos hacer izquierda. Si decimos cambio, hacemos cambio”. Y Sánchez ha firmado esas palabras para reivindicar un paso más allá del federalismo, pero también para defender el feminismo, el ecologismo, la rebeldía, la decencia, la regeneración frente a la corrupción, la esperanza frente a la resignación. De algún modo se está reconociendo una evidencia: el PSOE ha perdido cinco años en la batalla por la vigencia de la socialdemocracia.

9.- En lo que se refiere al tablero político y al fraccionamiento parlamentario, Sánchez ha proclamado lo que su militancia le exige: “Nosotros sólo competimos contra el PP”. Pero ha querido distinguirse de Podemos aludiendo insistentemente a que el PSOE es “la izquierda de gobierno”, intentando colocar a Pablo Iglesias en el papel de oposición “protestante” pero sin aspiraciones de “gobernante”. Es una táctica legítima aunque arriesgada. No deja de volver a los derroteros ya fracasados de convocar acuerdos (hoy por hoy imposibles) entre Podemos y Ciudadanos, con la advertencia (electoralista) de que “si continúan los vetos, pediremos a los españoles que voten al único que puede cambiar el gobierno”.

Pedro Sánchez ha situado al PSOE en la izquierda porque han sido las bases socialistas las que han colocado a Sánchez en un liderazgo que había perdido. El rescatado secretario general dice haber “aprendido” de sus errores, y ha preferido renunciar a “integrar” a sus adversarios con el fin de dar coherencia al nuevo proyecto alentado desde “abajo”.

Escuchar a los militantes que han acudido por miles a la clausura del 39º Congreso confirma lo que apuntaban las votaciones internas que han resucitado a Pedro Sánchez: el PSOE tiene en sus manos una oportunidad de recuperar el mayor capital perdido, que es la credibilidad ante un electorado que se sintió decepcionado (una vez más) con premeditación y alevosía. Pero esta vez no basta con cumplir (por fin) la palabra dada, sino que además se exige asumir unas tendencias sociológicas que quizás no tienen marcha atrás (*).

(*) Al PSOE le interesa leer en detalle el último ensayo de Belén Barreiro, titulado La sociedad que seremos. Hay ciudadanos “digitales, analógicos, acomodados y empobrecidos”, y más vale tener en cuenta su perfil sociológico y político si se pretende no repetir tantos errores y tanta ceguera desde las élites políticas, económicas, financieras y mediáticas.

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