María Cristina, una regente profesional
La regencia de María Cristina fue calificada por algunos de excepcional y hasta sus enemigos políticos sólo pudieron ponerle el apodo de 'Doña Virtudes'.
Cuando llegó a España para casarse con el rey viudo Alfonso XII tenía 21 años y a los 27 tuvo que asumir la Regencia, embarazada del futuro heredero, al fallecer el monarca de tuberculosis.
Durante su regencia se encrespó el problema marroquí, España entró en guerra con Estados Unidos –con el resultado de la pérdida de Cuba y Filipinas–, y el país comenzó a tambalearse con el nacimiento del catalanismo político.
También en esa época se desarrollaron las organizaciones obreras y el terrorismo anarquista sembró el pánico entre la burguesía.
Pero aún con tal cúmulo de problemas hizo de España un país con una política interna pacificadora gracias a su escrupuloso respeto al Pacto del Pardo donde se estipuló el turno de partidos.
En ese pacto, Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador, y Práxedes Mateo Sagasta, líder del Partido Liberal le dieron estabilidad a la Regencia, ya que ambos partidos acordaron que se turnarían en el poder, y fueron tutelados por María Cristina hasta 1902, año en que se proclamó la mayoría de edad de Alfonso XIII.
Durante los diecisiete años que duró la Regencia, María Cristina se caracterizó por el equilibrio a la hora de tomar decisiones acompañada siempre de una pertinaz profesionalidad prusiana, auque no pudo evitar el Desastre del 98 con la pérdida de las posesiones coloniales españolas de ultramar.
A su favor cuenta la promulgación de la Ley de Asociaciones y la Ley de Sufragio Universal (sólo el masculino).
Respetó la Constitución y, en palabras del escritor Pérez Galdós: 'La Regente no tiene camarilla ni consejeros privados que a veces hacen llegar una expresión falsificada del sentimiento público', algo que la hizo muy diferente a otros reyes.
María Cristina o Doña Virtudes, la que es considerada por muchos una de las mejores reinas de España, falleció en Madrid el 6 de febrero de 1929 a los 71 años de edad, después de una crisis cardiaca repentina.
El día anterior lo había pasado ultimando los detalles de la visita de los reyes de Dinamarca los cuales, al llegar a Madrid, se enteraron de la triste noticia. Nadie se lo esperaba.