Estamos viviendo un mundo con tendencias disruptivas, sin precedente, el mundo que muchos llaman “VUCA”, que, por sus siglas traducidas en castellano, lo calificamos como: volátil, incierto, complejo y ambiguo.

El cambio en todos los ámbitos ha sido sísmico y lo cierto es que no nos encontramos preparados para ello, y nos tomará algunos años adaptarnos.

Este movimiento lo observamos en todos los ámbitos, en los negocios y en los mercados, ciertamente. La volatilidad en éstos ha sido una constante, desde que estallara la crisis de 2008.

Así, los mercados financieros, bursátiles, cambiarios han fluctuado a la sazón del anuncio de la normalización de la política monetaria estadounidense; al posible Grexit y luego al cierto Brexit; a la desaceleración de la economía china o al descalabro de los bancos italianos; a las declaraciones de Trump en la carrera presidencial de Estados Unidos y a cualquier otro evento que se considere riesgoso o desestabilizador a la economía mundial. Vivimos de sobresalto en sobresalto por las noticias económicas.

Los negocios, por su parte, como los hemos conocido por años, se destruyen o transforman. De esta manera, así tenemos empresas como: Uber, líder en transportación privada, sin ser propietario de carros; Alibaba, el mercado en línea más grande del mundo, sin tiendas; Airbnb, líder mundial de alojamiento, sin cuartos. Y así lo que era negocio, puede ya no serlo o lo que no era, lo es y muchos empleos que existirán en 2050, aún no han sido creados y otros son cosa del pasado.

¿Esto conlleva a un elevado grado de incertidumbre? Desde luego, Lo que era para toda la vida, como una carrera en una empresa, lo más seguro es que ya no lo sea, ni millenial que lo quiera. El terrorismo, como un fenómeno constante en nuestras vidas, ha traído mucha incertidumbre y así sucede cuando las preguntas son más frecuentes que las respuestas.

La inseguridad, ha puesto al mundo, en un estado de “espera y observa”, por eso es que las inversiones se posponen, se preferencia el desapalancamiento y la economía no arranca. Mírese a la economía estadounidense, la más poderosa del planeta, no alcanza a despegar. Ésta apenas creció 2.9% en el tercer trimestre del año, siendo su tasa más alta de aumento en los últimos ochos trimestres, y la economía mundial lleva cuatro años sin superar un crecimiento por arriba de 3.5%.

El mundo tiene también gran complejidad. Como nunca el ser humano ha tenido acceso a una gran canasta de satisfactores, empero gran parte de la humanidad está atrapado en el círculo de “úsese y tírese”. Sólo esperan el más reciente gadget; juego cibernético más “cool”; la siguiente serie televisiva, más emocionante que la última, pero sin dejar un nivel de felicidad tal que perdure o con agradecimiento por los beneficios obtenidos y peor aún sin una conciencia clara que estamos agotando los recursos del planeta.

Fenómenos, por ejemplo, como Trump, resultan complejos de entender. Él ha roto con el lenguaje y modales, “políticamente correctos”, para tener la aceptación de diferentes públicos. Ha abanderado discursos falaces, groseros, ridiculizantes de su adversaria, para ganar votos. Encontrar culpables de todo, satanizarlos, para enardecer mentes, llenarlas de odio, confundirlas y llegar a discursos “fuera de toda razón”.

Sin duda, qué compleja candidatura y que incierto y volátil el destino del orbe, con él de ganador en la contienda.

Asimismo, en la era de la conectividad y de la información, que vacíos, en ocasiones y que ambigüedad tenemos. El big data que tantas buenas pistas ha dado a muchos negocios, a otros los han hundido, porque los datos como dice Martín Lindstrom, no favorecen el análisis sobre la emoción, y se pueden llegar a soluciones equivocadas o ambiguas. Más bien es, sobre las pequeñas pistas que se pueden encontrar las grandes tendencias de los mercados.

Es en los actos cotidianos y en la observación que se esconde la información para que las empresas encuentren la solución a necesidades insatisfechas y se creen marcas nuevas.

Óscar di Montigny nos aconseja en esta “nueva normalidad”, a guardar la calma y utilizar la fuerza más poderosa: la inteligencia. No hay buen viento, para quién no sabe a dónde va...

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte

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