FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

La gente nos enseña cosas de relaciones pasadas que aún atesoran

Es importante cosechar recuerdos, incluso cuando esto implica guardar un vinilo rayado con un "jódete" gigantesco.
Juan  Regis
traducido por Juan Regis

Como todo lo bueno —al menos todo lo que empieza bien pero termina tóxica y miserablemente— las relaciones terminan. Cuando esto sucede, nos quedamos con algunos recuerdos, algunas lecciones aprendidas, y una caja de cosas que no sirven para nada; cosas que te dio tu ex o que simplemente ya no recogió luego de que todo culminara en lágrimas. Dependiendo qué tan doloroso haya sido el rompimiento, la caja puede terminar en el basurero o de plano rociada de gasolina y consumida por el fuego. Pero también es muy probable que antes de desprenderte de todo, tomes algo de lo que no puedes desprenderte; una carta, un libro o una playera que te queda bien.

Publicidad

Le pedimos a personas que nos mostraran las cosas a las que se han aferrado tiempo después de terminar una relación.

Bugsy, 26, músico, Londres, Reino Unido

Foto: Chris Bethell

Me quedé con un vinilo de Gaslight Anthem que no está disponible en línea, en CD o en Spotify. Es de color rojo y tiene marcado un "jódete" gigantesco.

Mi exnovia lo compró antes de que rompiéramos, pero decidió dármelo como un regalo de despedida. Al principio creí que era fantástico, y se lo agradecí, pero después se disculpó y me dijo, "lo siento, le puse un 'jódete'". Me sentí extremadamente sensible cuando me lo dio porque supe que yo era el culpable de lo ardida que estaba. Pero extrañamente me hizo sonreír porque me recordó lo bien que me conocía.

Nunca cruzó por mi mente deshacerme de él. Tuvimos momentos muy alegres, sin importar lo que haya pasado después, y aunque marcar un vinilo con un "jódete" es un gesto rencoroso, me recuerda la naturaleza de las relaciones, de los humanos y lo emocionales que podemos ser. También es un símbolo de perdón; la perdono por lo que me hizo pasar, y espero que ella haga lo mismo.

– Según lo relatado a Chris Bethell

Emma, 29, artista, Londres, Reino Unido

Foto: Chris Bethell

Me pongo este reloj todos los días. Fue un regalo de una chica con la que salí; la primera mujer con la que tuve una relación. En ese entonces llevaba una vida muy heteronormada hasta que la conocí y empezamos a andar. Seguimos siendo amigas. El reloj fue el último regalo que me dio y fue la primera vez que recibí algo de alguien a quien realmente quería.

Publicidad

Rompimos en la Navidad de 2013. En realidad no hubo un motivo, pero tuvo algo que ver con el hecho de que yo vivía en Londres y ella en Holanda. Era complicado; soy una persona complicada. No asocio el reloj con ella, en realidad ahora es mío. Pero de vez en cuando me acuerdo cuando estábamos juntas.

– Según lo relatado a Chris Bethell

Maria, 28, periodista, Atenas, Grecia

Foto: Panos Kefalos

Mi ex me compró este router hace dos años para que tuviera una mejor conexión a internet. De hecho, lo compró porque solía jugar videojuegos en línea cuando me visitaba, y creo que fue más un regalo para él que para mí. Es lo único que tengo de él, porque es muy útil. Todas las demás cosas que dejó en mi casa —calzones, zapatos— los tiré un año después de que rompiéramos. No me pregunten por qué terminamos, pregúntenle a él. Aún no lo sé.

Nunca pasó por mi mente deshacerme del router, porque funciona bien, pero sí me gustaría cambiar la contraseña porque tiene letras de su nombre y fecha de nacimiento. Siempre que alguien me visita y me pide la contraseña de Wi-Fi pienso en mi ex; es bastante incómodo cuando me lo pide un novio nuevo.

– Según lo relatado a Pavlos Toubekis

Konstantinos, 30, músico, Atenas, Grecia

Foto: Panos Kefalos

Este es mi bajo acústico; apenas lo toco pero lo amo. Mi primera novia seria me lo dio cuando cumplí 19 años.

Recuerdo muy bien ese día, me llamó y me preguntó si podía ir a mi casa. Cuando llegó, escondió el bajo detrás de su espalda, y fingí estar sorprendido. No quería arruinar el momento. El regalo me permitió tocar con mi banda acústica, y también significó lo mucho que amaba como para gastar tanto dinero en algo así. Fue uno de los días más felices de mi vida. Rompimos cuatro o cinco meses después, porque los dos queríamos tener nuevas experiencias.

Publicidad

Siempre pienso en ella cuando veo mi bajo. Mi novia actual sabe que fue un regalo de mi ex, pero no le molesta en absoluto. También toca el bajo y cree que está cool. ¿Qué puedo decir? Soy muy afortunado.

– Según lo relatado a Pavlos Toubekis

Fritz, 23, fotógrafo, Berlín, Alemania

Mi ex me dio esto por mi cumpleaños hace tiempo. Es una caja café de madera con un pasador y un compartimiento para sostener papel para hacer porros. Es una caja para fumadores por si no te habías dado cuenta.

Fumar mota es una parte importante de mi vida diaria, y por eso me gusta usar artículos de alta calidad. Esta caja está hecha a mano y es una verdadera belleza; la uso todos los días. Fue un regalo muy especial para mí porque se nota que lo pensó. Nos separamos hace un año y ya no nos hablamos, pero jamás he meditado tirar la caja a la basura. Para ser honesto, ni siquiera pienso en mi ex cuando saco mi hierba.

– Según lo relatado a Hanko Ye

Lars, 22, estudiante, Berlín, Alemania

Esta chamarra es de un mercado de rebajas en el área de Prenzlauer Berg en Berlín. Mi ex no tenía dinero, pero le gustó tanto la chamarra que yo pagué la mitad. Ese día fue increíble; nos sentamos en el pasto y tomamos cerveza, y después compramos otras dos chamarras. Me encantan las chamarras.

Después de eso, sólo se la puso unas cuantas veces. Nunca entendí por qué la quería tanto, si siempre se vestía de negro. Incluso el gris es demasiado llamativo para él. Yo soy todo lo contrario, y siempre creí que se me veía mejor. Empecé a usarla todo el tiempo hasta que me la apropié.

Publicidad

Nos separamos en enero; hubo dramatismo innecesario en Año Nuevo. Me quedé con la chamarra después de terminar y nunca me la pidió. Por supuesto que pienso en él cuando me la pongo, sobre todo en aquel maravilloso día y no tanto en la mierda que hizo que termináramos. El chico con el que salgo me preguntó dónde había conseguido la chamarra. Le dije que la compré en un mercado de rebajas. Después de todo es verdad.

– Según lo relatado a Marvin Ku

Nikolaj, 24, estudiante, Copenhague, Dinamarca

Foto cortesía de Nikolaj Rohde Simonsen

Este es un par de esposas de seda que puedes usar para amarrar a tu pareja cuando tienes sexo. Mi ex me las dio en mi cumpleaños, pero nunca las usamos; rompimos dos días después, en agosto de 2015.

Me dijo que podía regresarlas a la tienda, pero no me dio la gana. Creo que están cool y me puedo divertir con ellas. Aunque nunca las he usado, porque sigo asociando a mi ex con ellas, y sería muy extraño pensar en ello mientras estoy en la cama con alguien más.

– Según lo relatado a Clara Krohn

Cecilie, 24, estudiante, Copenhague, Dinamarca

Foto: Amanda Hjernø

Mi ex me compró una estrella en 2010. El regalo incluía un certificado, un mapa de las estrellas, las coordenadas de la estrella, y una guía para encontrarla. La nombró "Única", quizás porque era única para él. Rompimos dos años después, y hasta el día de hoy el certificado está guardado en una caja en el ático. Por más feo que haya sido el regalo, no tengo el corazón para tirarlo.

Publicidad

Recuerdo que justo antes de nuestra primera Navidad juntos, me dijo inesperadamente, "ahora sé qué comprarte para Navidad". Se sentó frente a su computadora y comenzó a teclear. Cuando me preguntó mi signo zodiacal, me emocioné mucho y me puse a pensar que podría ser la sorpresa. Después, en Nochebuena, me dio varios documentos de una compañía que según había nombrado una estrella en mi honor. Recuerdo haberme sentido avergonzada.

Le intención fue linda, pero muy impersonal. Y tampoco es como si de verdad hayan nombrado oficialmente una estrella en mi honor; simplemente pagó a una compañía para que le mandaran un certificado. Creo que no lo pensaría de nuevo si lo tirara a la basura por accidente.

– Según lo relatado a Clara Krohn

Andreea, 30, marketing digital, Bucarest, Rumania

Foto cortesía de Andreea

Me quedé con casi todo lo que mis exnovios me dieron, pero este gigantesco Ígor es mi favorito. Lo vi en una tienda cuando compraba regalos para donar a los niños en Navidad, y no pude dejar de abrazarlo.

Nueve meses después, en mi cumpleaños, estaba en el auto con mi ex para ir con unos amigos a un bar. En algún punto se detuvo, me dio una bolsa con un regalo y una carta de felicitaciones con el mensaje, "Para que no te dé miedo dormir en la obscuridad". Después me dijo que abriera la cajuela, y ahí estaba el gigantesco Ígor.

Nos separamos hace casi cinco años, y estuvimos juntos por siete. No pienso en él cuando veo el peluche; es sólo un burro adorable más en mi sala.

Publicidad

– Según lo relatado a Iulia Roșu

Dimitrije, 26, servicio al cliente de aerolínea, Belgrado, Serbia

He tenido muchas oportunidades de deshacerme de este calcetín, pero no he querido hacerlo. Mi ex lo dejó en mi casa, y lo encontré en mi cama tiempo después de que se marchara. Teníamos una relación a distancia, y me dijo que mantuviera el calcetín en un lugar seguro para cuando regresara con el otro. En aquel entonces era una propuesta romántica.

Rompimos hace cuatro años, me dijo que me estaba engañando con dos hombres. Pero aún así no quiero tirar el calcetín a la basura. Ya la superé, pero me siento bien teniendo el calcetín conmigo. Por el momento, no tengo a alguien especial en mi vida. Supongo que a una novia nueva no le agradaría esta prenda.

– Según lo contado a Ana Jaksic

Nada, 19, estudiante, Kragujevac, Serbia

Mi primer amor me dio este huevo de Pascua el año pasado —un huevo de verdad con la palabras "Facultad de Medicina de Kragujevac"—. Es el lugar donde él estudiaba en ese entonces. Me gustó tanto que no me lo comí, y lo conservé. Tronamos hace seis meses porque me mude de ciudad para ir a la universidad.

Desde que rompimos no he conocido a alguien nuevo. El huevo sigue en mi estante, no está roto o cuarteado. Lo conservaré hasta que se eche a perder y se rompa. Los huevos tienen una fecha de caducidad, pero los recuerdos no.

– Según lo relatado a Ana Jaksic