'Max: The Curse of the Brotherhood': análisis

'Max: The Curse of the Brotherhood': análisis
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Poco a poco volvemos a la normalidad con este inicio de año, y lo hacemos retomando nuestros análisis con uno de los grandes tapados que nos ha dejado 2013, tanto por haber llegado el último como por haber salido en una consola de nuevo cuño: 'Max: The Curse of the Brotherhood'

Salvando las distancias, me ha recordado en cierto modo al gran 'Limbo', a pesar de ser más colorido, claro está, y jugar de otro modo con las físicas. Pero no adelantemos acontecimientos aún.

A los seguidores del estudio danés Press Play les sonará su primer trabajo, llamado 'Max and the Magic Marker', aunque 'Max: The Curse of the Brotherhood' no es ni un remake ni secuela de aquel, sino una reinterpretación del mismo, se podría decir. Una aventura completamente nueva aprovechando las directrices que nos había dejado el bueno de Max con su rotulador mágico.

Max: The Curse of the Brotherhood, un plataformas como los de antes, pero con un toque actual

Max: The Curse of the Brotherhood

Qué malo es dejarse llevar por las apariencias. Uno puede ver una carátula con aspecto infantil y pensar que se encontrará ante un juego para niños, tanto por estética como a nivel jugable. Pero no. Press Play ha creado un plataformas como los de antes, en el que será de lo más normal morir a los pocos minutos, pero con un toque actual al basar su sistema en un juego de físicas.

Si habéis jugado al 'Crayon Physics' de Petri Purho, de Kloonigames, entenderéis un poco su mecánica: el resolver todos los acertijos utilizando nuestro rotulador mágico para dibujar ciertos elementos para poder seguir avanzando. Y aquí ya hay un cambio importante: como Xbox One no cuenta con wiimote ni ratón (que la ópera prima de Press Play salió tanto en Wii como en PC) esta acción la realizaremos con el stick izquierdo tras haber pulsado previamente el gatillo RT y después el botón A para empezar a dibujar. ¿Qué habría sido lo ideal según mi opinión? Hacerlo directamente con el stick derecho, puesto que nos encontraremos con alguna situación que se complica absurdamente por la elección de este tipo de control, ralentizando ligeramente un proceso que no debería suponer una barrera en puntos clave donde es necesaria toda nuestra agilidad.

Cierto es que en este tipo de situaciones límite se ralentizará el juego para que tengamos un poco de margen para salir victoriosos. Pero lo normal en muchos casos, hasta que aprendamos a jugar correctamente con las físicas, será morder el polvo. Una y otra vez. Para que os hagáis a la idea, según Xbox One SmartGlass he muerto 232 veces hasta conseguir el 100% de la aventura.

Vale, pero cuál es realmente el objetivo de 'Max: The Curse of the Brotherhood'. ¿De qué va? Os preguntaréis. Pues va de que, en la piel de Max, tendremos que rescatar a nuestro hermano pequeño (del que ya estamos un poco hartos) de un mundo de fantasía lleno de un montón de peligros. ¿Y sabéis qué? Que Max, al igual que el protagonista de 'Limbo', está indefenso de inicio. Al mínimo contacto con algún peligro, sean arenas movedizas, un bloque que nos aplasta o un enemigo que nos golpea, moriremos. Con lo que deberemos correr, saltar, o valernos de las contadas habilidades de nuestro rotulador mágico para evitar todos estos peligros. Y lo cierto es que atrapa la mecánica.

Yo en EGB no tenía este rotulador mágico. ¡Jopetas!

Max: The Curse of the Brotherhood

Esta mecánica también atrapa por lo bien planteada que está la historia, con escenarios muy diferentes entre sí (aunque escasos, que estamos hablando de tan solo siete capítulos que se pueden ventilar fácilmente en siete horas) y con una curva de dificultad que irá in crescendo, motivando sobre todo al desarrollo de nuestro ingenio a la hora de afrontar ciertos retos. Más que nada porque la tinta del rotulador mágico será fija para cada reto con el objetivo de que no hagamos trampas. Puede que haya una zona en la que podamos crear un pilar de piedra de dos metros, mientras que en otra el límite sea de cinco. La pista para cada zona estará delimitada por un radio de acción de diferentes colores (según el poder del rotulador) para que sepamos bien hasta dónde podemos llegar. Si nos atascamos es porque tal vez no hemos planteado bien el problema.

Un ejemplo sobre esto lo tenemos en la captura superior (ahí se hace más visible su parecido con 'Limbo'), en donde el ingenio con las físicas serán la clave para solventar esa zona. Pero lo bueno de 'Max: The Curse of the Brotherhood' no es solamente eso, sino en rizar el rizo con la obtención (o destrucción, más bien) de ojos malvados y las piezas de un amuleto perdido. Ambos estarán escondidos en sitios muy recónditos de difícil acceso que nos obligarán a darle más al coco hasta saber cómo llegar hasta ellos. Sin embargo tampoco será muy complicado obtenerlos todos.

Aparte de la duración y escasa rejugabilidad una vez obtengamos el 100% de secretos, salvo que optemos por el reto adicional de pasar todos y cada uno de los capítulos sin morir, lo cuál no es nada fácil (yo tan solo lo he conseguido en la segunda parte del penúltimo capítulo, recibiendo un logro por ello y una medallita con una calavera muy maja), el fallo que le vemos a 'Max: The Curse of the Brotherhood' deriva en su control, que a veces nos puede jugar alguna mala pasada con las físicas. Sobra decir que aquí el ansia no es buena consejera. De lo contrario iremos a peor.

Obviando este detalle, que a fin de cuentas no se traduce en toda la aventura, sino en momentos puntuales (cuando lleguéis al capítulo del agua, básicamente), nos ha parecido una aventura de plataformas la mar de recomendable. Una de las más interesantes ahora mismo en Xbox One.

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A favor

  • Que desarrolle nuestro ingenio
  • Los vídeos CGI del prólogo y epílogo
  • Conseguir todos los secretos

En contra

  • Que las físicas a veces nos jueguen una mala pasada
  • Que sea tan corto y caro
  • En base a esto, se echa en falta algún tipo de extra adicional

En Tienda Xbox One | Max: The Curse of the Brotherhood

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