El beso de Dios: El consuelo de Dios, Moisés resplandecerá al modo adámico

La muerte de Moisés es inevitable. Y es porque Dios lo ha decidido así. Ahora bien, eso no significa que no le trate de consolar (17): Moisés, mi hijo, cuántas cosas te están preparadas para el mundo futuro, pues te saciarás de todas las especies del Jardín del Edén y de todos sus placeres, como está dicho: «pera legar riquezas a los me aman, y colmar yo sus tesoros (Prov 8,21)». El tiempo futuro coincide con el volver al Jardín del Edén y recuperar todos sus placeres. Entre las cualidades del Edén, el reflejar luminosamente la Gloria de Dios es destacada. Más adelante continua: Moisés, tus días se extinguen, pero tu luz no se apaga, y no necesitarás nunca más ni de la luz del sol ni de la luz de laluna y las estrellas, ni alimento ni bebida, ni cubierta ni vestido, ni aceite para tu cabeza, ni sandalias para tus pies, pues yo con mi Gloria te alumbraré, con mi Gloria te vestiré, con mi Majestad te cubriré, con el resplandor de mi rostro purificaré tu rostro, con mis delicias deleitaré tu paladar, con las carrozas de mi séquito montaré tu séquito, y te daré mi cetro, donde está grabado el Nombre Inefable, con el que en el principio creé el mundo, del que ya te he dado una copia en este mundo; mi cetro, que es uno de los ocho mil setecientos sesenta de cientos de miles del mundo futuro. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.