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Misteriosa desaparición

El misterio de los príncipes saudíes desaparecidos

De izquierda a derecha, Turki bin Bandar, Sutal bin Turki y Saud bin Saif al Nasr. EL MUNDO

Un documental emitido recientemente por la BBC reconstruye los secuestros de los miemtros de la familia real urdidos por el régimen

El verano blindado del rey Salman en el palacete del ex presidente Felipe González

Engatusados con promesas de un viaje de negocios, secuestrados y obligados a regresar a casa. Es el destino que han padecido tres príncipes saudíes, conocidos por sus críticas a la corte del rey Salman bin Abdelaziz. Un documental, emitido recientemente por la BBC, reconstruye un plan perfectamente urdido por el régimen saudí para acallar la disidencia en el seno de la vasta familia real.

La primera de las desapariciones se remonta a septiembre de 2015. Saud bin Saif al Nasr, un príncipe afincado en el viejo continente, inauguró la lista. Durante el año anterior había censurado la política del anciano Salman. A golpe de tuit había llamado a llevar ante la justicia a los altos cargos saudíes que habían participado en la asonada que en julio de 2013 desalojó de la presidencia egipcia al islamista Mohamed Mursi. Más tarde, respaldó la carta anónima que llamaba a pergeñar un golpe palaciego. Su rastro se esfumó abruptamente poco después. Fuentes de su entorno sostienen que tomó un vuelo que debía llevarle de Milán a Roma para una reunión con una supuesta empresa italorusa. El avión acabó aterrizando en Riad. Desde entonces su paradero es una incógnita.

"No tengo datos definitivos pero creo que ha sido asesinado", desliza en conversación con LOC Jaled Farhan, un príncipe saudí que en 2013 halló refugio en Alemania, donde vive con el temor de correr la misma suerte que sus camaradas. "El también príncipe Turki bin Bandar ha sufrido el mismo destino. Es una orden directa de Salman", agrega el disidente. Bin Bandar era un oficial de la policía saudí en contacto directo con la corte que pasó por prisión tras un litigio por una herencia familiar. En 2012 trasladó su residencia a París. Desde la capital gala, comenzó a difundir a través de YouTube vídeos reclamando reformas en la casa de los Saud. Sus incómodas prédicas le granjearon llamadas de las autoridades saudíes. Desafiante, Bin Bandar llegó a grabar una de las conversaciones con el viceministro del Interior. Las amenazas se cumplieron en noviembre de 2015. Según el rotativo local As Sabah, el príncipe fue arrestado cuando se disponía a viajar hacia Francia y confinado en una prisión marroquí. Unos días más tarde, fue deportado a Arabia Saudí.

No obstante, el caso más rocambolesco es el del príncipe Sultan bin Turki, secuestrado en febrero de 2016 con una treta similar a la de Saud bin Saif. Viajaba en un avión con destino a El Cairo que repentinamente fue desviado hacia Riad. Al percatarse del engaño, Bin Turki comenzó a gritar y discutir con las azafatas. Cuando el aparato tomó tierra, un fuerte despliegue de fuerzas de seguridad y tropas rodeó la aeronave. Entre forcejeos, el príncipe fue trasladado a un coche sin matrícula. Se desconoce su paradero desde entonces. En el regreso forzoso a una monarquía absoluta empeñada en ahogar cualquier oposición, Bin Turki estuvo acompañado de un séquito de 20 personas, en su mayoría, extranjeros. Tras la detención de su jefe, les fueron requisados pasaportes y aparatos electrónicos. Recuperaron sus móviles sin rastro de las imágenes que levantaban acta del secuestro y fueron escoltados hasta el aeropuerto.

Las tres desapariciones han concitado hasta ahora poca atención. Ni las autoridades saudíes ni las de los países en los que fueron raptados han proporcionado información. En Riad el escándalo es un tabú. "Nunca he escuchado nada acerca de este tema en Arabia Saudí. No creo en la veracidad de estas informaciones", replica escuetamente Jaled Batarfi, un conocido periodista y analista saudí. Riad quiere controlar cualquier verso suelto que pueda entorpecer la sucesión y llegada al trono de Bin Salman, un treinteañero que promete un ambicioso programa de reformas económicas y una agresiva política exterior.

"Los secuestros no son una medida aislada. Es algo sistemático que Arabia Saudí usó contra otros príncipes exiliados en Suiza, Jordania o Egipto durante la pasada década", advierte a este suplemento Ali al Ahmed, un activista de derechos humanos saudí desde Washington. "A todos se les perdió el rastro en extrañas circunstancias y no se ha vuelto a saber de ellos", concluye. El expediente más mediático, sin duda, fue el cautiverio y posterior desaparición de cuatro hijas del fallecido monarca Abdalá bin Abdelaziz. Desde principios de 2015 su paradero está envuelto en el mismo mutismo que rodea la existencia de estos tres príncipes.