Hay madres que pretenden que sus hijas sean pequeñas eternamente

Hay madres que pretenden que sus hijas sean pequeñas eternamente
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 27 septiembre, 2019

Los procesos de separación entre madres e hijas están influenciados de una manera muy negativa por la cultura patriarcal. Es como si la influencia de dicha cultura incentivara que toda mujer albergase un deseo, el que alguna vez su madre le dijera algo así como: “Vete. Extiende tus alas y aprende a ser tú misma”. Pero, frente a lo común del deseo, este rara vez se cumple: especialmente en sociedades machistas como las nuestras.

Lo más frecuente es todo lo contrario. Lejos de permitir que sus hijas piensen y vivan por cuenta propia, muchas madres lo que buscan es retenerlas y conservar el control sobre ellas. Suelen victimizarse y/o infundir miedo. Ante algún asomo de deseo de autonomía, que contradice la visión que ellas tienen de la vida, suelen decir: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. O les lanzan profecías difusas y terribles: “Algún día descansarás de mí y ahí te quiero ver”.

“¿Cuándo fue que nos separamos? ¿Fue tan sólo ayer por la noche? ¿O fue el día anterior? Sea como sea, no importa. Ayer, el día anterior, hace años, ha sido la misma historia”

–Ngugi wa Thiong’o–

Lo cierto es que para una mujer el asunto de la ruptura con su madre, en pos de ser ella misma, puede convertirse en un conflicto profundo. Muchas mujeres se sienten entre la espada y la pared: adoran a su madre y quisieran darle solamente motivos de felicidad. Pero, al mismo tiempo, saben que necesitan establecer una ruptura con ese vínculo para poder encontrar su propio camino.

La madre que quiere a su hija pequeña

Una buena parte de las madres construyen un mandato que comunican a sus hijas de una forma básicamente inconsciente: “Permanece pequeña, si no quieres verme sufrir”. Pero además este mandato encierra al mismo tiempo una amenaza terrible: “Permanece pequeña para poder seguir amándote”.

madre

Que su hija siga siendo una niña es el gran deseo de las madres educadas en culturas machistas. Su hija es una continuación de ellas, no un individuo libre que pueda reclamar y alcanzar la autonomía. Si la hija sigue siendo pequeña, aunque sea grande, la madre no tiene por qué entrar a cuestionar los alcances de su propia vida, ni tampoco el hecho de que quizás lleva heridas que ella y solo ella puede sanar.

El deseo de independencia de una hija puede ser experimentado por la madre como una fuerte amenaza o una gran afrenta. Por eso, en ese punto, son capaces de rechazar y hasta de abandonar a la hija que se resiste a seguir siendo pequeña. La hija, a su vez, tendrá que atravesar por una tormenta interior antes de llegar a la otra orilla.

El duelo que nace de la ruptura con las madres

La tentación de seguir siendo la hija pequeña de mamá es muy fuerte. Muchas mujeres tienen que elegir en algún momento dado entre ser plenamente amada y protegida por su madre, renunciando a la autonomía, o romper con el linaje materno para buscar su propio camino, generando gran dolor o furia en su madre y un sentimiento de culpa y abandono en sí misma.

No se trata de un conflicto menor. De hecho, es uno de los momentos más difíciles de la vida. Paradójicamente, si todo resulta bien, lo que sigue es un profundo duelo. Se pierde para siempre ese símbolo de la madre incondicional, con un amor a toda prueba. Se contrarían para siempre los deseos de esa madre que ve tu independencia como una herida en su corazón.

mujeres

Toda mujer que decide establecer una ruptura con los deseos de su madre, tendrá que llorar a esa madre que ya no estará, que ya no será. Sin embargo, al final de ese proceso, se alcanza uno de los mayores logros de la vida: el empoderamiento personal. Porque, hay que decirlo, cuando una mujer vive a la sombra de su madre tiene, en mayor o menor medida, algún grado de insignificancia.

Romper con el modelo femenino impuesto por la madres

Muchas mujeres han sido educadas para hacerse cargo del bienestar emocional de todos cuantos le rodean. Incluso, hasta se inventan teorías para justificar ese rol impuesto por el patriarcalismo. Se esgrime, por ejemplo, que la mujer es maternal por instinto y que, por eso mismo, de forma natural tiende a proteger, cuidar y hacerse cargo de otros.

Por eso hay un ejército de mujeres que se sienten responsables por las carencias o los sufrimientos de los demás. Comenzando, claro, por los vacíos de su propia madre. Romper con ese rol impuesto por el machismo supone un proceso lleno de dudas y de malestares. Te sentirás culpable cada vez que no dejes a un lado tus propios deseos para atender las necesidades de otros. Las madres que no han alcanzado su propia autonomía quieren que sus hijas sean “buenas niñas” y se sentirán muy decepcionadas cuando actúen poniendo sus propios deseos como prioridad.

mujer en el campo

Para que una mujer pueda saber quién es realmente, para que pueda tomar el control sobre su vida, tiene que romper con esos estereotipos que, en muchos casos ha visto reflejados y defendidos por su propia madre. Y aunque implique un distanciamiento inicial con ella, vale la pena completar ese proceso.

Al final, es probable que su madre logre asimilar los hechos y adoptar una actitud sana frente a la autonomía de su adorada niña. Si no, es posible que termine simplemente aceptando los hechos. En ambos casos, el vínculo cambiará para hacerse mejor: pleno de gratitud, con mayor respeto y sin ataduras neuróticas.

Imágenes cortesía de Brian Kershisnik


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