_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un ser puro

Adondequiera que vayas habrá un inquisidor que podrá acusarte contra toda justicia

Manuel Vicent
Fotograma de la película "La vida de Brian".
Fotograma de la película "La vida de Brian".

La mujer adúltera permanecía arrodillada en medio de un círculo de fariseos airados y cada uno de ellos tenía una piedra en la mano. Según la Ley de Moisés esa mujer debía ser lapidada como castigo a su pecado y así estaban dispuestos a hacerlo aquellos fariseos cuando en ese momento vieron que se acercaba un joven profeta al que tentaron con estas palabras: “Dinos, maestro, si debemos ejecutarla, como manda la Ley de Moisés, o perdonarla”. Por toda respuesta el joven profeta en silencio se puso a escribir en tierra con el dedo unos signos misteriosos y sin volver el rostro dijo: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Y luego siguió escribiendo en el polvo hasta completar su sentencia. Los fariseos comenzaron a hurgar en su conciencia y todos excepto uno encontraron en ella algún motivo para sentirse culpables de pecados cometidos en el pasado, así que dejaron la piedra de lado y se fueron alejando. Pero hubo uno que permaneció frente a la adúltera humillada porque se sentía puro, libre de culpa, propietario de la verdad absoluta y con autoridad suficiente para ejecutar el castigo. Lleno de ira levantó el brazo y descargó la piedra sobre la mujer adúltera. Los exégetas han discutido hasta la neurosis qué clase de enseñanza pudo haber escrito el joven profeta sobre el polvo, que fue de inmediato disuelto por el viento. Pudo, tal vez, haber escrito este duro pronóstico: a lo largo de la historia la figura de ese fariseo falto de piedad adoptará diversas formas teológicas, morales y políticas, de modo que adondequiera que vayas habrá un inquisidor que podrá acusarte contra toda justicia, un juez de la horca decidido a condenarte sin pruebas, un fanático dispuesto a degollarte. En cualquier caso siempre será el mismo personaje: alguien que se cree puro, exento de culpa y por eso mismo incapaz de perdonarte.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_