Literatura y periodismo ecuatoriano de luto por fallecimiento de Nicolás Kingman Riofrío

A ocho meses de cumplir los cien años de vida, falleció el lunes Nicolás Kingman Riofrío. Nacido en Loja, el 18 de noviembre de 1918, pasó su infancia en Quito y su adolescencia en Guayaquil, donde estudió en el Colegio Vicente Rocafuerte.

Hijo de Edward Kingman, médico estadounidense, y Rosa Riofrío, viuda de Córdova, tuvo cuatro hermanos: César Augusto y Filomena Córdova Riofrío, y Eunice y Eduardo (el gran pintor ecuatoriano) Kingman Riofrío.

En el colegio Vicente Rocafuerte tuvo como profesor de Literatura al escritor Enrique Gil Gilbert, quien lo encaminó por la ruta de las letras. “Realizando una tarea escribí mi texto ‘Muelle viejo’. Gil Gilbert lo leyó y le gustó mucho. Desde ahí hubo una amistad, la misma que me permitió relacionarme con el resto del Grupo de Guayaquil: José de la Cuadra, Joaquín Gallegos Lara, Alfredo Pareja Diezcanseco y Demetrio Aguilera Malta”, contaba Don Nico, como se le conocía, sobre su acercamiento con los intelectuales más notables de entonces, según reseña una nota periodística de La Hora, periódico al que él estuvo ligado.

Agrega que conoció a “la mujer de su vida”, Gloria Garcés, mientras se desempeñaba como diputado. “Era una joven hermosa… muy guapa. Tenía una gran inteligencia. Antes conquistábamos con serenatas a las muchachas y por suerte ella sí me abrió la ventana de su balcón y su corazón”, contaba sobre su esposa, con quien tuvo cuatro hijos.

Su acercamiento con el Grupo de Guayaquil incidió en la literatura que propuso. El tema social fue la piedra angular de los escritos de Don Nico. Su primer cuento, titulado ‘Sal’, se publicó en el diario El Telégrafo, medio donde colaboraba habitualmente, al igual que en diario Expreso, ambos de Guayaquil; pero su tarea como periodista –“el oficio más dignificante que existe”, como sostenía– inició en el periódico socialista La Tierra.

En 1974 publicó sus primeros relatos, reunidos en ‘Comida para locos’. En 1982 lanzó su novela ‘Dioses, semidioses y astronautas’, con la cual obtuvo el Premio ‘José Mejía Lequerica’. Junto con su hermano Eduardo (uno de los máximos representantes pictóricos del expresionismo latinoamericano), se convirtió en promotor cultural y artístico, impulsando a jóvenes escritores y artistas. Por su contribución a la cultura, en 1997, recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo, máximo galardón que otorga el Gobierno ecuatoriano.

En la política, se registra su paso por las provincias de Napo y de Pastaza, a inicios de los 40’, donde se ganó la simpatía de la gente.

Fuente: El Universo