Pedro M. González

PEDRO M. GONZÁLEZ

Juez apartado de sus funciones por prevaricación, soldado de fortuna del dictado leguleyo o turista revolucionario, a Garzón no le queda duda de que el gobierno de la Sra. Kirchner no tiene nada que ver con la muerte del fiscal Nisman.

De lo que no cabe duda es de que a D. Baltasar le gusta viajar. Y no sólo a Argentina donde ahora goza de rango equivalente al de Subsecretario de Estado, naturalmente retribuido.

Periplo turístico que, todavía en funciones judiciales en España, comenzara más al norte, en la República de los Estados Unidos de América, y que ocupó por bastante tiempo al que fuera su compañero de profesión D. Manuel Marchena en relación con la dirección de ciertos cursos formativos en la Universidad de Nueva York.

Según Marchena, existían indicios de que Garzón podría haber recibido grandes sumas de dinero a través de la institución docente que provenían de empresas y bancos con asuntos en pendencia en su juzgado (“Querido Emilio, adjunto te remito propuesta y presupuesto…”).

El Informe que ordenó a la Unidad Técnica de la Policía Judicial de la Guardia Civil revelaba que la esposa de Garzón, Dña. Rosario Molina, realizó un ingreso de 317.130 € en una cuenta corriente a su nombre a principios de abril de 2.005, un mes después de que el juez llegara a Nueva York con el permiso de estudios que le había concedido el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Un dato muy “llamativo” de la investigación realizada por la Benemérita era que no hubiera rastro alguno de los pagos que el propio Juez reconoció recibidos de la Universidad de Nueva York entre 2.005 y 2.006 por organizar cursos sobre el terrorismo y sí, sin embargo, el ingreso realizado por su mujer en una cuenta a su nombre abierta en una sucursal de Caja Madrid en Las Rozas de Madrid. Según llegó a publicar “El Confidencial”, la Guardia Civil ignoraba el origen de los fondos ingresados por la Sra. Molina, que además ya se había retirado como profesora de instituto para cuidar de sus hijos en la fecha del ingreso.

En el mismo momento en que se conocía el alcance del informe policial, el exfiscal Jefe Anticorrupción D. Carlos Jiménez Villarejo (Villarejo “el viejo”, luego fan y candidato a las europeas por Podemos) presentaba en Valencia su libro “Solidaridad con el Juez Garzón” realizando antes del acto unas declaraciones  a  EFE en las que, pronunciándose sobre el encausamiento del juez por tales hechos, calificaba la adopción de las actuaciones investigadoras al respecto como “una decisión profundamente injusta”, que esperaba acabaran pronto y con bien, de tal forma que “la única decisión justa y exigible en un estado democrático y con unos jueces demócratas” sería que el Tribunal Supremo absolviera a Garzón.

Y sí, le absolvieron, pero luego resultó condenado por grabar las conversaciones entre abogados e imputados en prisión provisional en los locutorios de la cárcel, para luego utilizarlas como prueba en la instrucción del caso Gürtel.

A partir de ahí, el mundo por montera.

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