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Ebiblio: un proyecto público de préstamo de ebooks con luces y muchas sombras

El préstamo de libros digitales aún está por definirse

Paula Corroto

Con un año y medio de retraso, esta semana la Secretaría de Estado de Cultura presentó finalmente ebiblio, el proyecto destinado al préstamo de libros electrónicos por parte de las bibliotecas públicas. Según los datos aportados por el secretario de Estado, José María Lasalle, y la subdirectora general de Coordinación Bibiotecaria, los usuarios podrán tener acceso a través de 200.000 licencias a 1.500 títulos y sólo se necesitará poseer el carné de la biblioteca pública para su uso (además, evidentemente, de un dispositivo).

Para ello, la Administración se ha gastado 1,6 millones de euros. La plataforma que sostiene todo el sistema, en manos de Libranda, será gestionada por cada comunidad autónoma, a excepción del País Vasco que tiene la suya propia.

La noticia, largamente esperada, ha sido aplaudida por el sector de bibliotecas –desde ANABAD, (Federación Española de Asociaciones de Archiveros, Bibliotecarios, Arqueólogos, Museólogos y Documentalistas) hasta expertos en préstamo electrónico-, ya que es el primer proyecto de estas características en toda Europa. Además, también supone un cambio con respecto a la política de adquisición de ebooks en la Administración, donde desde 2010 se han gastado 300.000 euros en la compra de e-readers. No obstante, también se han producido ya las primeras quejas. Aquí ofrecemos un análisis del nuevo servicio.

1. Una plataforma en manos de Libranda

Libranda es una empresa que distribuye contenidos digitales y que fue puesta en marcha por los principales grupos editoriales en 2011. Tal y como ha recalcado a eldiario.es su directora general, Arantza Larrauri, fueron ellos quienes ganaron el concurso público el año pasado, a pesar de que ya existían bibliotecas públicas que funcionaban con otras plataformas como XerCode u Odilo.

Según Larrauri, Libranda ofrecía “un replique del ecosistema en la nube. Es la única que tenía aplicaciones para los sistemas iOS y Android. Es decir, nosotros ofrecíamos descarga doble, streaming e iOS y Android para lectura online y offline. Esto es fundamental, ya que hay una comodidad total. Es la más compleja y las más completa”. Además del servicio tecnológico, Libranda también ha sido la encargada de ofrecer el contenido de los títulos digitalizados. El contrato con esta plataforma es de un año.

En este sentido, como recalca José Antonio Merlo, de la Universidad de Salamanca –que tienen su servicio de préstamo de ebooks con la gallega XerCode–, esta decisión del Ministerio “impone una colección determinada, con los fondos de libranda, a cada Comunidad Autónoma. Lo idóneo hubiera sido un sistema mixto, de integridad de plataformas, que cada CCAA hubiera decidido cual y luego interconectarlas. El Ministerio obliga a que se trabaje durante un año con esto. Hubiera sido deseable que cada uno pudiera trabajar con la plataforma que quisiera y poner los títulos que quisiera”. Esto ha obligado a que se tengan que hacer nuevas conexiones tecnológicas, causa del retraso del proyecto y que algunas comunidades, como Cataluña, Cantabria, Baleares y Melilla no lo tengan hasta finales de año.

Para José María Nogales, vicepresidente de ANABAD, hay otra cuestión que tampoco se ha dilucidado y es si el contrato con Libranda se va a renovar y si el Ministerio seguirá pagando el año que viene las licencias. “Es que se tenía que haber contado con nosotros. Tuvimos una reunión en julio para contarnos que ya se había dispuesto todo. Y ahora no tenemos garantías de que este proyecto se quiera mantener o si el año que viene serán los ayuntamientos los que tengan que pagar. Tiene que haber una mayor garantía de que el proyecto seguirá en marcha”.

De hecho, en la propia Secretaría de Cultura tampoco se tiene muy claro cómo seguirá el proyecto: “Tendrá continuidad pero se trata de un proyecto piloto por lo que todavía es prematuro hablar sobre la forma de esa renovación”, reconoce a eldiario.es la subdirectora de Coordinación Bibliotecaria, Concepción Vilariño.

2. Kindle, excluido del préstamo

La plataforma ofrece el servicio de préstamo para iOS y Android, pero deja fuera al sistema de Amazon, Kindle. Es decir, los usuarios que posean uno de estos dispositivos no podrán tener acceso al préstamo público. Larrauri reconoce que no ha sido un problema de Libranda, sino “una cuestión técnica”.

Según explica, “Kindle tiene su propio DRM y como la plataforma y servidor no son de Amazon, no se pueden leer. No es problema del formato. La solución, que no está en el pliego [del concurso] y que a mí me encantaría, es tener un acuerdo de conexión técnica, que hubiera un vínculo técnico para que se pueda desarrollar siendo Amazon el que proteja su propio artículo. En EEUU se llegó a un acuerdo. Y quizá nosotros también, pero el Ministerio no nos lo ha pedido”. Este diario se puso en contacto con Amazon para obtener su versión, pero no ha obtenido respuesta.

Para Sergio Carrasco, abogado y cofundador de derechoenred, al final el problema deviene de los DRM. “Son ebooks que poseen un DRM temporal [el tiempo de duración del préstamo] y eso lo hace incompatible con Kindle”, asegura. Una situación con la que la industria ya se viene topando desde años.

3. 200.000 licencias: ¿demasiadas o pocas?

Las licencias son los derechos de autor que se han tenido que pagar a las editoriales para el acceso a cada ebook. El Ministerio ha informado que se han comprado 200.000 y que cada una de ellas permite una media de 28 usos o lecturas, “lo que supone que en esta primera fase la iniciativa permitirá 5,6 millones de lecturas gratuitas de manera legal”. Tienen una duración media de 20 meses y después habrá que ver si se renuevan. El coste de cada licencia, según la Secretaría de Cultura, es de 0,27 euros.

Este número de licencias fue el pactado por el propio Ministerio (que es el que paga), no por Libranda. Como recalca Vilariño, “fue la cantidad que se estimó adecuada para que el proyecto llegara a un número de ciudadanos mínimo”.

La cuestión es si son demasiadas o pocas. Para Carrasco, “quizá son excesivas para el número de usuarios que van a poder acceder, los que potencialmente van a acceder. Pero va a dar igual porque ya están pagadas. Quizá se deberían haber comprado menos y después ir comprándolas de forma adicional”. Los beneficiados en este caso serán los editores.

Sin embargo, Nogales, de ANABAD, sostiene que deberían haber sido muchas más y que el lote se ha quedado corto. “Es que además la selección de títulos no se ha hecho como lo hacemos los bibliotecarios. Si por ejemplo una comunidad tiene 100 títulos de infantil y 28 usos de cada uno de ellos, nos parece muy poco, y puede que sea la propia comunidad la que tenga que comprar más”.

En el mismo sentido se expresan Francisco José Valentin, consultor y autor de la Encuesta sobre adquisición y uso del libro electrónico y dispositivos de lectura en las bibliotecas españolas, que se presentará en octubre en el Workshop ‘Proyectos digitales’, de Zamora, y Julio Alonso, bibliotecario de Traducción y Documentación de la universidad de Salamanca y autor del blog Universo Abierto.

“El modelo de licencias seleccionado implica que el Ministerio (los contribuyentes) pagamos por uso pero en un número cerrado de títulos que está previamente seleccionado. Si un título es especialmente leído en la colección de eBiblio, posiblemente se agote y, por el momento, no sabemos qué modelo de renovación de la suscripción va a seguirse. Tampoco sabemos qué pasará con las licencias que no se consuman: ¿podrán renegociarse?”, advierte Valentín. Según él, hubiera sido preferible otro tipo de modelos como el pago por uso real, por el cual sólo se pague por los préstamos realizados y sin previo pago, como ahora; o el pago por un periodo de tiempo, es decir, se paga una licencia de uso ilimitado durante un año, por ejemplo.

4. Sólo 1.500 títulos para el préstamo electrónico

La licencia es la que te permite el acceso al ebook. En el pliego del concurso se determinaba también que serían 1.500 títulos –1.000 de ficción y 500 de otros contenidos–, seleccionados por una comisión del Ministerio. Como explica Larrauri, Libranda dispuso 25.000 y fue la Administración la que decidió. ¿Por qué esos títulos, la mayoría novedades, y no otros? “Los títulos se han elegido por un grupo de trabajo formado por representantes de Cataluña, Andalucía, Madrid y Castilla y León. eBiblio ha sido concebido como un proyecto abierto en el que cada comunidad autónoma puede completar su oferta en la medida de sus intereses y posibilidades”, insiste Vilariño

No obstante, a simple vista ya parecen pocos. Una búsqueda corriente de Martin Amis da un resultado negativo. De David Foster Wallace, sólo La broma infinita. Prueben y busquen. De hecho, comunidades como Madrid y Cataluña ya han solicitado un aumento en las novedades, según asegura Larrauri, que tendrán que pagar cada una de ellas.

Sin embargo, para Valentin, el hecho de que la mayoría sean novedades “supone un cambio de tendencia importante. En muchas ocasiones las colecciones de libros electrónicos se han configurado con libros de fondo de catálogo de los editores y los libros precargados en dispositivos de tinta electrónica son clásicos de la literatura universal. Es decir, parece que eBiblio se preocupa por la demanda real de contenidos algo que es, desde luego, una buena noticia”.

También Julio Alonso reconoce que esta selección es un buen inicio, ya que “están las novelas que quiere leer la gente. Además, lo bueno que tiene esta plataforma es la portabilidad, cada biblioteca puede comprar libros individuales y ofertarlos. Eso Overdrive en EEUU no lo permite. En España cada biblioteca puede gestionar su propia colección. Por eso, las plataformas que no tienen editores detrás no han podido implementar los contenidos”.

5. El carné único no vale en todas las CCAA

El Ministerio ha asegurado que con el carné público de las bibliotecas se podrá acceder a ebiblio, pero como manifiesta José María Nogales, no es del todo cierto. Por ejemplo, en Madrid, Galicia y Extremadura, no hay un catálogo colectivo ni carné único con lo cual no hay un protocolo sencillo para acceder al servicio. Es decir, uno puede tener el carné de las bibliotecas de la comunidad, pero no sirve para las municipales y viceversa (tiene el de Madrid capital pero no vale para las bibliotecas públicas de Fuenlabrada, o tiene el de las comunidades regionales y no vale para Madrid capital).

“Habrá que hacer un remedo de carné único. Y esta circunstancia supone otro atraso”, advierte Nogales sobre un proyecto que, si bien implementará la adquisición de libros electrónicos en las bibliotecas, aún tiene mucho que mejorar.

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