SOPLA TERRAL

Empanada mental

Mujer era la juez que decidió archivar el caso de la no violación en la feria de Málaga que empezó con otra mujer llorando en el amanecer entre casetas, borracheras y atracciones «Del Infierno». Sé de mujeres que cuestionen ese carpetazo exprés y otras que nos encogemos de hombros al carecer de los cabos para atarlos e intuir los naufragios de alcohol y sexo que retrató Tom Wolfe en Soy Charlotte Simmons.

Las generalizaciones con las mujeres cada día me resultan más odiosas. Las hay víctimas indefensas y las hay conscientes de querer acabar inconscientes, el botellón de un trago y al día siguiente no se acuerdan de con quién amanecieron. Las cuarentonas nos hacemos ahora las escandalizadas pero nuestros años 20 ya vieron noches de alcohol y algo más con compañías que se borraban a la hora del desayuno comida, antes de saber del brunch. Sigue habiendo mujeres que se ligan a hombres mayores y poderosos y se conforman con ser trofeos y floreros y las hay mayores y poderosas que exhiben a veinteañeros de abdomen de tableta, como Madonna. O profesoras mayores casadas con un jovencito que acaba de ministro de Economía de Francia. Las hay que dan teta hasta los tres años y estamos las que adoramos el biberón. Las que se emparejan con los que le salen las canas a la vez que ellas, que cuadran los días para trabajar, teñirse el pelo, las carreras urbanas, uno en el baño de los niños, otra en la tortilla francesa, uno en la consulta, otra en tutoría. Y las hay sin hijos, claro. Voluntariamente u obligadas por la biología. Sin hijos como Angela Merkel y Susana Díaz, viviendo para la política, con hijos, como los de Soraya Saenz de Santamaría y Dolores de Cospedal, que deben de ver a sus madres más bien poco.

Amanda Meyer, hija de -porque lo es, «hija de» -Willy Meyer, secretaria general de Vivienda de la Junta de Andalucía, tiene en su perfil de twitter esta pintada: «No puedo ser la mujer de tu vida porque soy la mujer de la mía». Mi vida. Nuestras vidas. Tan diferentes todas. Como para tener direcciones generales de la Mujer, observatorio de la Mujer, área de la Mujer, cuando estamos muchas en un lío de techos de cristal, suelos de loseta hidráulica de revista, paredes estucadas o con pintadas. Como para que ahora llegue Beatriz Jimeno, de Podemos, a decirnos qué hacer y cómo en la cama para evitar la consagración del heteropatriarcado. Quién nos iba a decir que se parecerían tanto a los curas de otras épocas, metiéndose en qué hacemos acostadas. La libertad es un concepto que tienen que pulir más. Libertad para ser el tipo de mujer que nos dé la real gana. Libertad que no tienen las mujeres donde llega el ISIS con burka y cuchillo.

En esta empanada mental sin dirección general, a mis hijos les diré, llegado el momento, que es horrible abusar de una chica borracha. A mi hija le aconsejaré que no se ponga en situaciones difíciles, como, por ejemplo, emborracharse hasta el coma etílico rodeada de tíos macarras. El uso de la libertad y la responsabilidad. Qué dilemas tenemos en Occidente. Qué patéticas las de Femen en la puerta de Interior.

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