Gran Canaria era una quimera. Tras las derrotas frente a Mirandés y Barcelona B la isla atlántica ardía en crispación. La Unión Deportiva emanaba división, los aficionados respondían con pitos y la directiva sumía silencio. Una realidad que como el Guadiana, aparecía y se enmascaraba según el tramo de la empresa.
Tras la victoria frente al Real Zaragoza, las aguas revueltas se entierran por una semana. Tal y como ha sucedido -tras las victorias- a lo largo de esta inaudita temporada. Los goles de Vicente Gómez, el oficio que últimamente y a pesar de las derrotas ha ido desplegando el representativo y la derrota del Tenerife contra el Girona, dan fe de una redención amarilla que apacigua la tormenta.
El momento de la comunión ha llegado. Las palabras del goleador en La Romareda por ejemplo, restarán importancia frente a la semana que se avecina. Quizás son sigmas de rebelión tapada. Quizás simple reivindicación. Pero las declaraciones del centrocampista en el descanso del encuentro (“no entendí mi relego del equipo”) quedarán, sin que sirva de precedente, en un segundo plano. Al igual que el resto de los problemas.
El derbi significa más que tres puntos. La inyección de moral que puede implicar al ganador podría ser fatal para el perdedor. He ahí el ejemplo de la primera vuelta. Y todavía no se han extinguido las posibilidades del ascenso directo. El Eibar aún tiene pendiente un complicado partido frente al Deportivo. La cuestión es salir reforzados del especial contra el Tenerife.
La Segunda Divisón A, en su temporada 13/14, está finalizando. Las cartas destapadas presiden la mesa de un juego que sin demasiados precedentes ha envuelto a todos los equipos de la tabla. Habida cuenta, a falta de cinco jornadas, ningún cuadro tiene la liga resuelta, bien sea por ascender directo o entrar en playoff, por luchar en la quimera del descenso, o sendas afrontas. Es de agradecer que lo que en Gran Canaria se disputa sea el ascenso y no otra cosa.
Que comience el show, que arranque la mejor semana del año.