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Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 24 a. Semana – Ciclo B

“Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de los malos espíritus y enfermedades. María la Magdalena, de la que había n salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que ayudaban con sus bienes”. (Lc 8,1-3)

Jesús no era machista.
Jesús, rompiendo con la ley, abre paso al feminismo.
El grupo de Jesús no solo masculino.
También está integrado por mujeres.
Mujeres, además, con las que rompe toda segregación:
Primero las integra a su grupo.
Segundo, mujeres de diferentes condiciones:
“Mujeres curadas de malos espíritus”.
Mujeres curadas de distintas enfermedades”.
Mujeres de clase alta como la “esposa de Cusa”.
Mujeres anónimas como “Susana”.
Mujeres anónimas que “le ayudaban con sus bienes”.

No eran mujeres anónimas y sin nombre.
No eran mujeres que estaban como camufladas en el grupo.
Eran mujeres definidas, con su propio nombre.
Eran mujeres que personificaban distintas situaciones morales y sociales.
Jesús las integra al grupo de discípulos como a los hombres.
Jesús no es de los que ve en la mujer un “peligro” para los suyos.
Jesús ve en ellas unas colaboradoras.
No podemos apoyarnos en Jesús para rebajar a un segundo plano a la mujer.
Es más, en el momento supremo de su vida, al pie de la Cruz aparece un hombre y tres o cuatro mujeres.
Son ellas los testigos inmediatos del acto supremo de amor de Jesús.
Como también serán ellas los primeros testigos pascuales de la resurrección.

Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por el bajo concepto que ha tenido de la mujer.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por haber renunciado al rostro femenino.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por no haber reconocido la obra de la mujer en la evangelización.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por tantas cosas que se han dejado de hacer con la exclusión de la mujer.

Es interesante escuchar la confesión del Papa Francisco sobre la mujer en la Iglesia.
El papa Francisco aseguró este sábado que «sufre» cuando ve que en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales se reduce el papel de las mujeres sólo «a la servidumbre».
«Sufro, y os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio», dijo.
Así se expresó el pontífice en el discurso a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica «Mulieris Dignitatem» de Juan Pablo II sobre la mujer. Profunda reflexión
El papa, que siempre ha abogado por la importancia del papel de la mujer, explicó que es necesario una reflexión de toda la Iglesia «para dar mayor valor a la presencia de las mujeres».

Las hemos recluido en la sacristía limpiando los ornamentos o barriendo la Iglesia, pero marginadas de los espacios de decisiones de la Iglesia.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 23 a. Semana – Ciclo B

“Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de los malos espíritus y enfermedades. María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que ayudaban con sus bienes”. (Lc 8,1-3)

Jesús no era machista.
Jesús, rompiendo con la ley, abre paso al feminismo.
El grupo de Jesús no solo masculino.
También está integrado por mujeres.
Mujeres, además, con las que rompe toda segregación:
Primero las integra a su grupo.
Segundo, mujeres de diferentes condiciones:
“Mujeres curadas de malos espíritus”.
Mujeres curadas de distintas enfermedades”.
Mujeres de clase alta como la “esposa de Cusa”.
Mujeres anónimas como “Susana”.
Mujeres anónimas que “le ayudaban con sus bienes”.

No eran mujeres anónimas y sin nombre.
No eran mujeres que estaban como camufladas en el grupo.
Eran mujeres definidas, con su propio nombre.
Eran mujeres que personificaban distintas situaciones morales y sociales.
Jesús las integra al grupo de discípulos como a los hombres.
Jesús no es de los que ve en la mujer un “peligro” para los suyos.
Jesús ve en ellas unas colaboradoras.
No podemos apoyarnos en Jesús para rebajar a un segundo plano a la mujer.
Es más, en el momento supremo de su vida, al pie de la Cruz aparece un hombre y tres o cuatro mujeres.
Son ellas los testigos inmediatos del acto supremo de amor de Jesús.
Como también serán ellas los primeros testigos pascuales de la resurrección.

Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por el bajo concepto que ha tenido de la mujer.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por haber renunciado al rostro femenino.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por no haber reconocido la obra de la mujer en la evangelización.
Es posible que la Iglesia tenga que pedir perdón por tantas cosas que se han dejado de hacer con la exclusión de la mujer.

Es interesante escuchar la confesión del Papa Francisco sobre la mujer en la Iglesia.
“El papa Francisco aseguró este sábado que «sufre» cuando ve que en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales se reduce el papel de las mujeres sólo «a la servidumbre».
«Sufro, y os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio«, dijo.
Así se expresó el pontífice en el discurso a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica «Mulieris Dignitatem» de Juan Pablo II sobre la mujer. Profunda reflexión
El papa, que siempre ha abogado por la importancia del papel de la mujer, explicó que es necesario una reflexión de toda la Iglesia «para dar mayor valor a la presencia de las mujeres».

Las hemos recluido en la sacristía limpiando los ornamentos o barriendo la Iglesia, pero marginadas de los espacios de decisiones de la Iglesia.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 19 a. Semana – Ciclo B

“Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: “¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?” El respondió: “No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y reunirá a su mujer, y serán los dos una sola carne?” (Mt19,3-12)

Jesús no es ni feminista ni antifeminista.
Para Jesús lo que importa es la persona, hombre o mujer.
La pregunta que le hacen ya resulta curiosa:
Primero: ponerle a prueba; vamos a ver si se opone a Moisés.
Segundo: hay que tener cara dura y considerar a la mujer como una cosa que se usa y se tira.
Hubiesen puesto razones que, de alguna manera pudieran justificar el divorcio o la separación.
Pero ellos tienen una mentalidad machista a toda prueba: el divorcio, el despido, la separación “por cualquier motivo”. Hasta la comida tiene poca sal. El matrimonio como una de tantas frivolidades.

Hoy no estamos muy lejos de ellos.
La cantidad de divorcios, de separaciones, de fracasos matrimoniales está a la orden del día.
Pero, eso sí, hoy lo hacemos con más elegancia.
Hoy buscamos razones más cultas.
Además hasta nos permitimos el lujo de hablar de “divorcios civilizados”.

Claro que “divorcio y civilizado” no me encaja demasiado bien.
Porque el divorcio es un “fracaso”. “¿Hay también fracasos civilizados?”
Porque el divorcio es “romper un compromiso”. ¿Se rompen los compromisos civilizadamente?
Porque el divorcio es “ser infiel a la palabra dada”. ¿También esto es civilizado?
Porque el divorcio es “dejar a la otra parte con la vida rota”. ¿También será civilizado?

Pero, dejemos por ahí el divorcio.
Porque, en realidad, es cierto que Jesús habla de la indisolubilidad del matrimonio “desde el principio”. Es decir, por ley de creación y por proyecto de Dios.
Pero, siento que aquí Jesús tiene como trasfondo la “dignidad de la mujer”.
La igual dignidad: “los creó hombre y mujer”.
La mujer no es un estropajo de cocina.
La mujer no es un zapato usado que se tira.
La mujer no es un carro viejo que se cambia por uno nuevo.

No dudamos de que, en la vida puede haber equivocaciones que terminan en fracasos.
Pero cuando el fracaso matrimonial ya parece un juego de chiquillos jugando a canicas, la cosa huele a algo podrido.
Y para nadie es un secreto que:
Muchas de esas incompatibilidades “de carácter” son consecuencia de que el corazón ya no vive en casa.
Muchas de esas incompatibilidades “de carácter” se deben a que ya estamos jugando fuera.

Es que no se puede vivir con alegría, cuando existe de por medio “el engaño” y la “mentira”.
Es que “el engaño y la mentira” no cambia al otro, nos cambia a nosotros, que ya no podemos ser los mismos.
No podemos mirarnos a la cara como antes.
No podemos hablarnos como antes.
No podemos aceptar nuestros fallos como antes.
No podemos tener las delicadezas de antes

El matrimonio no comienza a agrietarse desde fuera.
El matrimonio comienza a agrietarse por dentro.
La infidelidad puede conservar las apariencias externas.
Pero la infidelidad es un virus que mata por dentro.

Lo triste de hoy es que ya no preguntamos si “podemos despedir a la mujer por cualquier motivo”.
Hoy hasta las leyes son suficientemente complacientes.
Se parece a las de Moisés.
Hoy ya no preguntamos “para poner a prueba a nadie”.
A lo más preguntamos para saber si “es moderno o sigue siendo conservador”.
¿No tendremos que revalorizar más el matrimonio?
¿No tendremos que ser más serios con nuestros compromiso, sobre todo cuando está de por medio la vida de alguien?

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 18 a. Semana – Ciclo B

“Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón, Una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”Atiéndela, que viene detrás gritando”. “Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Irreal”. “No está bien echar a los perritos el pan de los hijos”. “Mujer qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”. (Mt 15, 21-28)

Un Evangelio un tanto extraño.
Un Jesús desconocido.
Un Jesús aparentemente encerrado en Israel.
Un Jesús aparentemente excluyente de los que no son de Israel.
Un Jesús que aparentemente rebaja y hasta desprecia a los que no son del Pueblo de Israel.

A veces Jesús toma actitudes un tanto extrañas.
¿Por qué a sí las siente?
¿O porque quiere llamar la atención de sus discípulos?
Nos inclinamos por esta versión.
Llamar la atención y hasta un cierto escándalo.
Hasta ellos tiene que hacer de intercesores. “Atiéndela”.
Y un Jesús que prácticamente la llama perra a esta pobre mujer.
Quiere demostrarles que también fuera de Israel puede haber mucha fe.
Que Israel no es el único que tiene fe.
Al contrario que también entre los extraños puede haber más fe que entre los propios.

Saber reconocer que también entre los que no son de los nuestros puede haber una gran fe. “Mujer, qué grande es tu fe!»
Con frecuencia pensamos que solo en la Iglesia está toda la verdad.
Que fuera de la Iglesia todo es mentira.
Y también fuera de la Iglesia puede haber mucha fe, aún sin reconocerla.
También fuera de la Iglesia puede haber mucha bondad.
También otras Iglesias tienen mucha fe.
También en aquellos que decimos paganos puede haber mucha verdad.
También en ellos puede haber mucha bondad.
Se dice que Uruguay es el país más secularizado y menos creyente.
Y sin embargo con los problemas del medo oriente, fue el primer país en ofrecer acogida a ciento cincuenta personas expatriadas, dándoles posibilidades de una vida digna.

Llama la atención la actitud del Papa Francisco siempre abierto a las demás Iglesias y religiones.
Estar abiertos e incluso dar acogida no significa que todo sea igual.
Es simplemente estar abiertos a lo bueno que hay en otras partes.
Es comprender lo bueno que hay en los que no son como nosotros.
Es respetar a los que no piensan como nosotros.
No todos pensamos lo mismo.
Ni siquiera dentro de la misma Iglesia.
Incluso en el matrimonio y la familia.
Respetar el pensamiento de los notros no significa que cambiemos el nuestro.
Estoy convencido que en las distintas religiones hay muchas cosas buenas, que incluso debiéramos imitar.
No es que debemos renunciar a la Iglesia sino reconocer que no tenemos la exclusiva de la verdad ni de la bondad.
Jesús se admira de la fe de esta pagana.
Tal vez debiéramos tener la capacidad de admirar todo lo bueno que al otro lado de nuestras fronteras humanas y religiosas.

Los problemas no se solucionan confrontándonos sino respetándonos.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 16 a. Semana – Ciclo B

Santa María Magdalena

“Estaba María llorando junto al sepulcro. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados un a l cabecera y otro a los pies de donde había estado el cuerpo de Jesús. Dícenle ellos: “Mujer ¿Por qué lloras?” Ella responde: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sabemos donde le han puesto.”
(Jn 20,11-18)

Celebramos hoy la memoria de María la Magdalena.
La mujer, primero pecadora.
Ahora a mujer enamorada de Jesús.
La mujer “pública del pecado”.
Y ahora la “mujer pública del amor”.
La que debió llorar de dolor su pecado.
La que ahora llora de amor al amor de su corazón.

Es la mujer que madruga para ir al Sepulcro.
Es la mujer que descubre el sepulcro vacío.
Es la mujer que al ver el sepulcro vacío, se le vacío de alegría el corazón.
Esperaba encontrarlo muerto.
No importaba, aún muerto era para ella una fuente de esperanza.
Pero la ausencia del cuerpo le rompe todas sus ilusiones.
El sepulcro vacío desata la fuente de sus lágrimas.
Llorar delante del sepulcro no es señal de resurrección.
Llorar delante de sepulcro es fruto de la desilusión.

Los sepulcros no son señales de vida.
Los sepulcros pienso tienen mucho de humano.
Pero poco de esperanza cristiana.
“Aquí yace”.
Fe en el sepulcro que creemos ocupado.
Pero falta de fe en quien se pasea por el jardín.
¡Cuántas lágrimas junto a los sepulcros vacíos!
¡Qué pocas alegría junto a los sepulcros vacíos por la resurrección!
Los sepulcros no pueden ser lugar de lágrimas sino de alegrías en la fe pascua.

“Si me amáis no me lloréis
“Mujer ¿por qué lloras?
¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” (Jn 20,15; Lc 24,5)

Mis queridos familiares y amigos:
¿Por qué seguís llorando la felicidad que vivo ya en la casa de mi Padre Dios?
¿Por qué me seguís buscando entre los muertos, si recién ahora puedo decir que estoy vivo de verdad?

Créanme: la muerte no ha sido para mí un morir, sino un nacer.
Morir ha significado para mí un purificarme de cuanto me impedía vivir plenamente.
Hoy, puedo amaros como jamás supe amaros, pues ahora os amo sin egoísmo alguno, pues os amo en Dios y desde el corazón de Dios.

Os ruego, a cuantos me amáis, que no me lloréis.
Más bien felicitaos y gozaos conmigo compartiendo mi eterna felicidad.
Expresadme vuestro amor no en la tristeza, sino en la alegría y en la gozosa esperanza.
Sed testigos de mi amor en vuestro amor.
Os ama quien sencillamente se os adelantó y anticipó.
Hasta veros, pero no por aquí sino por el jardín diciendo vuestro nombre.

Clemente Sobrado C. P.