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Empezamos el año con buenas intenciones y, por qué no, con una apuesta fuerte. Mientras medio mundo se está pensando cuándo se apunta al gimnasio, qué estrategia sigue para ser mejor persona, o cualquier otra proposición de buenas intenciones que se hayan impuesto para pasar al 2016 con buen pie, el mundo de las startups también puede hacerse propuestas.

Si no podemos adoptar el modelo de Silicon Valley, ¿por qué no el de Silicon Wadi?Se habla, por activa y por pasiva, de qué bueno sería tener un Silicon Valley en España, cómo cambiarían las cosas si esa mentalidad de instaurase por aquí. Pero siendo sinceros, ya han sido muchas las voces que se han alzado afirmando que aunque lo intentemos va a ser imposible. Es un sistema muy bonito y glamuroso, pero a su vez difícil de alcanzar.

Silicon Valley se creó a sí mismo hace ya muchos años alentado por millonarias universidades privadas, y por una cultura que propicia ese estilo de vida. Con una política de acogimiento del talento extranjero y una de las mayores aperturas culturales de la historia de Estados Unidos.

Sin embargo, y del que también se ha hablado en contadas ocasiones es del sistema israelí y lo bueno que sería poder, aunque sea complicado, imitarlo dentro de nuestras fronteras. Puede que no sea tan bonito, pero sus peculiaridades le proporcionan su merecido puesto de líderes en la innovación. Silicon Wadi para muchos, y la verdadera meca del emprendimiento para la mayoría. A la hora de fijarnos en un modelo que se podía asemejar más a nuestra forma de entender el mundo, el lógico sería el de esta región. Cuestiones de política geoestratégica y conflictos bélicos a un lado, detrás de todos los estereotipos que se venden en los medios, existe una sociedad en la que fijarse.

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En Israel se opta por ese crecimiento arriesgado pero sostenido; muy lejos de los explosivos unicornios super-valorados de Silicon Valley. Israel emprendió por el mero, y simple, hecho de necesitar hacerlo; como única forma de dar salida a una situación económica desastrosa desprendida de sus diatribas políticas internacionales. No cuentan con recursos naturales propios y durante muchos años sufrieron el más absoluto aislamiento internacional. La única solución, por tanto, fue impulsar un cambio en el sistema productivo y educativo del país enfocado a las carreras de perfil tecnológico, y sobre todo, a la protección de su única "materia prima".

El Gobierno de Israel ha jugado un papel clave en el desarrollo de la innovación del país Desde el Gobierno se decidió apoyar el I+D con casi el 5% de su PIB, conectar la universidad con las empresas y promocionar la inversión de fondos de private y venture capital, a través de la iniciativa Yozma Group. Con esto se ha conseguido trasladar el modelo productivo a prácticamente un sistema solo de startups.

Todo esto nos suena, ¿verdad? Nuestras cifras están muy lejos de alcanzar las de este país con solo 7 millones de habitantes y casi 4.000 startups, pero ellos empezaron exportando naranjas lo que nos indica que por algo se empieza, solo que hay que provocarlo. Y hasta el momento no se ha dicho nada imposible de cumplir por estas regiones, y aprovechando el cambio político que tenemos en ciernes sería un buen momento. Porque quién dijo que cambiar el modelo productivo, y educativo, de todo un país fuese fácil.

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Una pequeña nación y la cuestión militar

En este ámbito hay que ser sinceros: nunca vamos a parecernos a ellos. Todos los hombres y mujeres del país han de pasar por el ejército. Muchos pensarán que eso tienen una estrategia para el campo de la defensa, y si bien es cierto, tienen un doble fondo: el ejército es el ámbito de mayor creación de proyectos empresariales del país. Las asignaturas de cómo defenderse, potenciar la autonomía de cada persona y la imaginación coexisten durante los cuatro años de carrera.

En el ejército nacen la mayor parte de los grandes proyectosUna vez salen del ejército, el mismo Gobierno les ayuda a desarrollar en la vida real sus propuestas de negocio. El resultado: más startups de innovación. Que además, tienen vocación internacional; 7 millones de habitantes son pocos clientes por lo que salir a "hacer mundo" es obligatorio.

Por tanto, adoptar un modelo militar es cuanto menos imposible; pero quizá se podría potenciar desde las universidades, por ejemplo. Así como el hecho de la vocación al extranjero, la cual poco a poco estamos viendo que va desarrollándose. Otra cuestión es la del orgullo nacional que se potencia en Israel: aquí a España le quedan muchos años para mejorar.

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Resultados palpables

Con una cultura de negocio más preocupada por el fondo que por la forma, cosa que puede pillar muy desprevenido al que no esté acostumbrado, Israel cuenta con algunos de los emprendimientos más destacados a nivel global.

El proceso para llegar a este punto en el mundo del emprendimiento en Israel ha durado 30 añosEl popular Waze o SlickLogin, ambas compradas por Google, o el caso de Onavo, la cual es propiedad de Facebook. Viber o Vodio también dieron sus primeros pasos en aquella zona antes de lanzarse al mundo. PrimeSense comprada por Apple, o Trusteer adquirida por IBM. Una larga lista de éxitos, que a diferencia de algunas regiones en Asia, no buscan imitar proyectos estadounidenses; optan por la pura originalidad.

Así como numerosas empresas cotizando en el NASDAQ y en otras plazas bursátiles internacionales, en concreto 104. Y otro tanto de multinacionales que han puesto su punto de mira en Tel Aviv situando allí una sede oficial, a partir de la cual gestionar su actividad y promocionar diferentes aceleradoras de startups. Google, Siemens, Microsoft o Intel, entre otras muchas, llevan años operado y haciéndose con algunas de las patentes más codiciadas que emite el país cada año.

En definitiva, 30 años le ha costado al país estar donde están ahora mismo. Y si bien contamos con diferencias abismales en cuanto a cultura e infraestructuras, hay algunas cuestiones políticas y educativas que no tienen ninguna excusa para no imponerse aquí. Dos claves: gobiernos verdaderamente implicados en el cambio y ayuda de los fondos privados.

Quizá para 2016 es una propuesta demasiado ambiciosa, pero en algún momento hay que empezar.

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