Pee Wee Herman: la estrella infantil de los ochenta enterrada en el olvido por un escándalo sexual que nunca fue

El actor Paul Reubens, fallecido a los 70 años víctima de un cáncer, fue un ídolo infantil en los ochenta (Greta Gerwig ha afirmado que le sirvió como inspiración para su película ‘Barbie’), pero en 1991 se le ocurrió ir a un cine porno y hacer algo que le arruinaría la vida.

Pee Wee Herman en unos premios de televisión en 2012.

© Gtresonline

"Por favor, aceptad mis disculpas por no haber hecho público lo que he estado afrontando los últimos seis años", escribió Reubens en un comunicado publicado en Instagram tras su muerte. "Siempre he sentido un enorme cariño y respeto por parte de mis amigos, fans y seguidores. Os he querido mucho y he disfrutado haciendo arte para vosotros".

Pee-Wee Herman no siempre fue un ídolo infantil. A principios de los ochenta su humor era ácido y sexual, de hecho se hizo famoso en la película Cheech & Chong's Next Movie gracias a una escena en la que era detenido por gritar obscenidades a unos policías. Diez años después Pee-Wee (cuyo verdadero nombre era Paul Reubens) fue detenido en la vida real, acusado de ese delito tan americano y tan abstracto que es “exhibicionismo indecente”. Durante esa década, Paul Reubens se había convertido en el hombre más famoso de Estados Unidos gracias a un personaje que lo hizo millonario primero, lo fagocitó después y finalmente le arruinó la vida. Pero empecemos por el principio.

La fábula de Pee-Wee Herman empezó donde habitan nuestras historias favoritas: la HBO. El canal que nos daría Sexo en Nueva York, Los Soprano y Juego de tronos era en los ochenta un reducto marginal de culto donde se emitía la comedia más transgresora e influyente de la década. Allí Pee-Wee Herman se moldeó como un personaje ingenuo y permanentemente feliz. Parecía sacado de los cincuenta, o al menos de la imagen idealizada que Estados Unidos tenía de los cincuenta, pero su pajarita, su pelo corto y sus labios rojos le daban aspecto de muñeco de cera que nunca expresaba nada con los ojos y solo tenía tres gestos aparatosos.

Sus monólogos y sus apariciones en el programa de David Letterman le dieron tanta popularidad a Pee-Wee Herman que en 1985 protagonizó su propia película, La gran aventura de Pee-Wee, dirigida por un debutante Tim Burton. En ella Pee-Wee se pasaba 90 minutos buscando su bicicleta roja robada. El éxito de la película dio lugar a una serie de televisión infantil, Pee-Wee's Playhouse. Convertido en el personaje favorito de los niños de América, Paul Reubens eliminó cualquier atisbo de sexualidad y política en sus chistes y se esforzó por transmitir un mensaje de conciliación racial, vida sana y la importancia de comer frutas y verduras.

Pee-Wee vivía en una casa alucinante en la que todo hablaba: las plantas, el mobiliario, los robots y las marionetas eran la única compañía que Pee-Wee necesitaba, pues cantaban y se reían de sus chistes. El humor inocente, las tramas imaginativas y los ademanes afeminados de Pee-Wee arrasaron entre audiencia y dieron lugar a todo tipo de productos con la cara de Herman. Camisetas, cereales, muñecos, juegos de sábanas y cualquier cosa que podamos imaginar existió con la cara de Pee-Wee impresa, inspirando el personaje de Krusty el payaso de Los Simpson. Durante sus cinco temporadas Pee-Wee's Playhouse ganó 15 premios Emmy y conquistó al público y a la crítica, pero tras una década Reubens estaba cansado de su personaje y decidió colgar la pajarita temporalmente.

Durante su año sábatico Paul hizo lo que hace todo el mundo cuando tiene días libres: ir a visitar a sus padres. Como pasa siempre, en dos días ya estaba harto de ellos así que se fue a dar un paseo y acabó en un cine. ¿La programación de aquella tarde? El tiburón tigre de la policía Catalina, Sube la temperatura y La enfermera Nancy. No, no eran comedias de enredo para toda la familia. En 1991 aún no había Internet y los cines porno no estaban tan mal vistos como ahora. Tal y como reconoció el policía que lo detuvo, “al menos tuvo la decencia de no alquilarse un video porno en casa de sus padres”. No todo el mundo lo vio así.

El motivo de la detención de Reubens era que, si bien los cines X eran legales, masturbarse en ellos era un delito, para alivio de la señora de la limpieza de la sala. ¿Pero qué esperaban que hicieran los asistentes a un cine porno? ¿Ganchillo? En su declaración Paul negó haber estado masturbándose a pesar de que lo pillaron en dos ocasiones distintas (visitar a los padres puede ser muy estresante), una actividad que el policía supo identificar sin duda alguna pero no pudo deletrear. La infame ficha policial rezará para siempre que lo que Paul Reubens estaba haciendo en ese cine era “masterbate”. En vez de aprovechar el vacío legal que supondría el hecho de que esa palabra no existe, Reubens intentó convencer al sheriff de que no presentase cargos porque era Pee-Wee Herman y esa detención podría arruinarle la vida. Cuando el sheriff no reconoció a Reubens, este se puso a imitar a Pee-Wee, pero no lo hizo con su mítico aspecto de maniquí sino con esta cara:

La ficha policial de Paul Reubens.

D. R.

En cuestión de horas toda América se despertó con esta escalofriante imagen del ídolo infantil, convertido en un cruce entre Nicolas Cage y el hombre del saco. CBS canceló las reposiciones de Pee-Wee's Playhouse y las tiendas de juguetes retiraron todos los productos relacionados con Pee-Wee Herman. “Tampoco es tan grave, sus muñecos ya no se vendían”, aclaró la presidenta de Toys 'R Us, “habría sido más dramático un escándalo sexual relacionado con las Cabbage Patch Kids”.

Paul Reubens, que se había asegurado de no dejarse fotografiar con su aspecto real para que la imagen limpia de Pee-Wee se mantuviese intacta, no pudo evitar la publicación de estas humillantes fotografías. Su ficha policial fue un choque desagradable y sórdido para millones de espectadores. Por desgracia para él, el escándalo tuvo lugar en verano y la prensa lo convirtió en su historia favorita a falta de noticias reales. Varios psicólogos aparecieron en televisión aconsejando a los padres cómo contarle la historia a sus hijos, concluyendo que “Pee-Wee se ha ido para siempre”. Y lo que es peor, se escribieron reflexiones analizando las travesuras sexuales del personaje, como la escena en la que Pee-Wee utiliza un espejo para verle la ropa interior a una mujer. Estos guiños infantiles fueron percibidos como una amenaza, al igual que esa escena de Recuerdos (de Woody Allen) en la que la palabra “incesto” aparece bien grande en la pared mientras la protagonista recuerda cómo flirteaba con su padre.

Esa fue la sentencia de muerte para la carrera de Paul Reubens. Su detención corrompió para siempre la imagen que América tenía de Pee-Wee Herman y su ingenua picardía empezó a ser percibida como un recurso grimoso y perturbador para atraer niños. Reubens no era un depredador sexual, pero daba igual. La industria decidió boicotearlo antes de que el público se posicionase, de hecho la mayoría de los espectadores lo defendieron como la víctima que era y varias estrellas denunciaron el trato indigno y humillante que la prensa estaba dando a Reubens. Entre los defensores de Reubens estaban Cyndi Lauper y Bill Cosby, quien irónicamente sí era un monstruo sexual pero había tenido la suerte de no ser descubierto aún.

Unos meses después del escándalo, Pee-Wee reapareció en los premios MTV y abrió su monólogo con un: “¿Habéis oído algún chiste últimamente?”, sátira que fue recibida con una ovación en pie por parte del público. El New York Times denunció el injusto ostracistmo al que Pee-Wee estaba siendo relegado y Entertainment Weekly reivindicó al personaje como un símbolo cultural americano. “Lo que ha hecho especial al personaje de Reubens es que es más que un presentador infantil, o una extravagancia de la cultura pop, o una parodia de la comedia clásica y los niños malcriados. Es todo eso a la vez. Anárquico, creativo, odioso y liberador, Pee-Wee cautivó a todo el mundo: niños y adultos, estrellas populares como David Letterman o artistas transgresores como Tim Burton".

Pero no había nada que hacer. Hollywood había dictado sentencia y el canal CBS cogió todos los millones que había ganado gracias Paul Reubens y enterró para siempre su show. Decepcionado con la industria, Reubens se retiró cansado de intentar superar un escándalo que en realidad no era tan escandaloso. Los años pasaron y el público se olvidó de él, mientras que la prensa pareció abrazar la nueva condición de Pee-Wee Herman. Se había convertido en otra cosa. Ya no era un personaje infantil, sino un icono cultural, símbolo de un humor pasado de moda y de lo peligroso que es tener vida privada cuando te has beneficiado de un álter ego de ficción.

Pero ser un icono pop no le dio de comer a Paul Reubens. De no existir Internet, los periódicos con su inquietante fotografía habrían acabado en la basura, pero como sí existe Internet, la cara de Pee-Wee es un clásico en las galerías de “estrellas que protagonizaron escándalos sexuales”. Eso encontramos si escribimos Pee-Wee Herman en un buscador: su mueca, extrema y maquillada, rodeada de violadores, pedófilos, proxenetas y directores neoyorquinos que se casaron con su hija adoptiva. Él se negó a pasar la historia como un perturbado sexual, y en 2016 estrenó Pee-Wee's Big Holiday en Netflix, coprotagonizada por Joe Manganiello y producida por Judd Apatow. A nadie pareció importarle ese regreso. Paul Reubens, operado hasta las orejas para mantener su imagen juvenil y disimular sus años, no se dio cuenta de que que las estrellas vienen y van, pero las galerías son para siempre.

Artículo publicado el 12 de mayo de 2016 y actualizado.