Antonio García-Trevijano saluda a los asistentes a su charla de ayer en Oviedo. LUISMA MURIAS
Antonio García-Trevijano saluda a los asistentes a su charla de ayer en Oviedo. LUISMA MURIAS

“Nadie puede sostener que la Constitución del 78 fuera el resultado de la libertad colectiva”, afirma el pensador republicano

Antonio García-Trevijano, jurista y político, pensador republicano y referente de la oposición antifranquista, reformuló la teoría de la separación de poderes antes de traer a Asturias la provocadora propuesta de una nueva reconquista, de una marcha a gran escala “por la reconquista de la unidad de la conciencia de España”. El intelectual granadino reprodujo ayer en Oviedo la oferta que el jueves había hecho en Gijón, unas “brigadas por la libertad política” que emprenderían varios recorridos simultáneos con confluencia en la Plaza de Cataluña de Barcelona, y lo hizo después de enfatizar que el adjetivo de esa conciencia es “nacional”, de proclamar que “escarbo y en todas partes encuentro conciencia nacional española, aquí y en Cataluña”, y de versionar a su modo la división de poderes.

Cambió el trío que siempre la doctrina política contemporánea ha configurado con el legislativo, el ejecutivo y el judicial por un dúo, “la nación y el Estado”, por “la nación que legisla y el Estado que ejecuta lo legislado”, matizando en todo momento que su pretensión de reconquista se refiere a la de “España como nación, no como Estado”, y que el judicial no debe ser un poder, que “los jueces no han de tener poder sobre nadie”.

A sala prácticamente llena, en un acto del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA organizado conjuntamente con Tribuna Ciudadana, García-Trevijano había prometido no volver al pasado más que para tomar impulso hacia el futuro. Así, haciendo palanca en la historia, llegó a las “brigadas” y a su propuesta de movilización colectiva de Covadonga a Barcelona. Desembocó en “el día siguiente” después de denostar la Revolución Francesa como “un fracaso profundo, un cúmulo de errores que ha dejado falsedad, mentira, corrupción” y el germen de “todos los problemas que hay hoy en Europa”, y de elevar a categoría de “glorias” a los padres de la Constitución de Estados Unidos. “Lo más grande que la humanidad ha conocido es la libertad política de Estados Unidos, con todos sus defectos”, pregonó, elogiando por encima de todas la clarividencia de quienes “estaban inventando la democracia sin saberlo”.

El recorrido histórico que le conduce al mañana hace también su parada en la Transición. También para cuestionarla. Nadie, aseguró, “puede sostener que la Constitución de 1978 fuera el resultado de un proceso de libertad colectiva”. Nadie, reafirmó, porque el texto que “se fraguó en secreto”, en las Cortes franquistas, y ni siquiera, según su teoría, fue “aprobado en un referéndum electivo”. Una consulta como aquélla, de simple sí o no, no es referéndum, sino plebiscito, razonó. Para haber sido esencialmente libre tendría que haber dado a elegir entre tres opciones: “O la república destruida por la Guerra Civil, o la monarquía parlamentaria del Conde de Barcelona, o la república constitucional, la que yo defendía”. Un paso más allá, de un vistazo rápido a la historia del constitucionalismo español y a su relación con la libertad electiva concluye el escritor y político andaluz que aquí “todas las constituciones españolas, excepto la de Cádiz de 1812, han sido trágalas”.

Ochenta y ocho años, absoluta aversión a la ambición política, horrorizado por la sola idea de haber sido presidente de la república e inspirado por la meta de la “revolución de la libertad política”, Antonio García -Trevijano reafirmó también ayer en Oviedo que en España, resumiendo, “democracia quiere decir república constitucional”.

Fuente:

La Nueva España

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