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BALDOMERO CASTILLA

Todo el mundo está indignado, por ejemplo, el asunto griego, unos se indignan porque los griegos son unos vagos que lo único que hacen es pedir dinero al resto de los europeos para vivir bien ellos, sin embargo, otros se indignan porque los europeos ricos, sobretodo alemanes y franceses les han prestado dinero pero, engañándoles, para que compren sus productos, su armamento y además les exigen el pago del préstamo a costa de los recortes en servicios sociales, y los pobres griegos sufriendo.

Aquí, en España, cada dos por tres, hay manifestaciones, ya sea por la dignidad, por los recortes, por la lucha de género, por lo que sea, y todos indignados, todos vociferando eslóganes manidos y frases demagógicas, de las cuales, la mayor parte de los que gritan, ni siquiera saben lo que significan.

Las personas se indignan cuando se sienten perjudicadas por algo y no saben cuál es la causa de su perjuicio. Sin embargo, cuando las personas padecen un mal pero son conscientes y saben la naturaleza de lo que les está hiriendo, no se indignan, simplemente, hacen lo que creen conveniente para remediar la situación. Si se está pasando calor, nadie se indigna porque haga calor en pleno mes de Julio, todo el mundo sabe que en Julio, en España, hace calor, por lo tanto, lo que hacen es poner los medios para no sufrir el calor.

Pues, en la política, es lo mismo, las personas se indignan porque no conocen el origen de las actitudes y actos de los políticos, no saben porque son corruptos y no les pasa nada, porque roban dinero público y nadie les dice nada, porque se hacen leyes en contra del pueblo y a favor de las grandes empresas, porque se toman decisiones que hacen que muchas personas padezcan hambre o falta de medicinas.

Es muy curioso, decenas de miles de manifestantes indignados, clamando y gritando, en contra de los políticos y sus actos, y días después van a votar, como corderillos, para legitimar a esos mismos políticos. Sí, es curioso, pero esta indignación se explica muy fácilmente, no tienen ni idea de cuál es la causa, el origen de su indignación.

Y la causa es sencilla, en nuestro país, España, no hay un Sistema Democrático, los que dicen que son nuestros representantes, en realidad, no lo son, los que hacen las leyes, no legislan en favor del pueblo, porque no son representantes del pueblo, solo representan y obedecen a quien les ha puesto en el escaño, a su Jefe de Partido, y este, a su vez, hace lo que las grandes empresas le dicen que haga. Esta es la realidad, y mientras el pueblo español no sea consciente de esto y no lo asuma, seguirá indignándose y pataleando como un niño, porque no comprende en que situación está.

Mientras creamos que somos libres, que elegimos a nuestros representantes y designamos a nuestros gobernantes, seguiremos igual, indignados. Mientras no nos demos cuenta y asumamos que las reglas con que juegan la clase política son fraudulentas y engañosas, seguiremos igual, indignados. Mientras sigamos aceptando sus reglas, seguiremos igual, indignados.

Ahora bien, cuando sepamos y seamos conscientes del origen y la causa de todo esto que nos indigna, entonces empezaremos a poner remedio, y, ¿cuál es la solución?, pues, es simple, no acatar, no aceptar las reglas fraudulentas de esta clase política, no participar en su juego, es decir, no votar, porque el voto es lo único que sostiene esta farsa, es lo único que legitima el tinglado que se han montado estos partidos políticos.

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