Una investigación realizada por la doctora en Ciencias Ambientales de la Universidad de Huelva, Isabel León Sánchez, propone como solución a la seca del encinar la selección genética de las familias de quercus más resistentes a esta enfermedad para conseguir plantas tolerantes al patógeno que la origina Phytophthora cinnamomi Rands . Se trata de una solución que se plantea como estrategia viable de cara a la recuperación de encinares deteriorados. La seca de los quercus es una enfermedad que se manifiesta, entre otros sintómas, por una reducción gradual del crecimiento del árbol, junto con una caída de hojas prematuras, que limita progresivamente el crecimiento y vigor del árbol, causando lo que se conoce como decaimiento.

Esta enfermedad es, desde hace años, una gran preocupación del sector agroganadero de Los Pedroches. En la actualidad la necesidad de preservar la dehesa ha llevado a propietarios de fincas de la comarca a participar en el proyecto LifeBioDehesa, liderado por la Consejería de Medio Ambiente, que tiene como principal objetivo promover la gestión integral de las dehesas andaluzas con el fin de mejorar el estado de la biodiversidad.

El trabajo de la doctora de la universidad onubense, al que se puede acceder através de la web http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/6460, toma como punto de partida diferentes estudios sobre la capacidad de resistencia a la patología estudiada de determinadas familias de quercus , habitualmente controlada por genes individuales de resistencia en el árbol hospedador del oomiceto o patógeno. Según León, la tolerancia de individuos de encina y alcornoque al patógeno analizado podría estar relacionada con la resistencia de determinadas familias a la infección y así establecer una selección de individuos potencialmente resistentes a este oomiceto . En esta línea, el objetivo principal de esta investigación es establecer la selección de familias de encinas y alcornoques que presenten un alto grado de tolerancia al Phytophthora cinnamomi Rands .

No obstante la doctora León advierte de que "cualquier medida se encontraría amenazada por una posible adaptación genética del patógeno o bien por un incremento de la susceptibilidad de las plantas al sometimiento continuado a la infección", concluye.